La música es, y siempre ha sido, uno de los mejores medios para canalizar y expresar diversidad de cosas, desde opiniones, historias, invenciones y sentimientos, su límite estará siempre anclado a las posibilidades que tiene la creación humana y su inagotable diversidad de fuentes de inspiración, y es que por medio de la música se han logrado maravillas tales como derrocar a un dictador, como expresar los sentimientos más profundo de autores extremadamente introvertidos, quienes han visto en este arte la posibilidad una forma de liberación.
En este punto es donde debemos reconocer, contra todo pronostico y tabú, típico de nuestra sociedad, que el dolor, esa manifestación tanto a nivel sensorial/física, como mental/subjetiva, es y será uno de los grandes impulsores al momento de poner en marcha aquel motor creativo que nos permite diferenciarnos, en parte, de otros seres vivos por algo tan simple como lo opuesto, sin dolor no sabemos que es lo placentero, de manera tal que el dolor nos permite imaginarnos mundos mejores que nos abstraigan de la realidad.
Ejemplos de aquello existen varios: Kafka en una carta escribió que la escritura es una dulce y maravillosa recompensa a cambio de haber sido "pellizcado, apaleado y casi triturado por el diablo". Es el dolor, tal como bien dice Byung-Chul Han, es lo que estimula la imaginación, dando rienda suelta a nuestra enorme capacidad creativa.
De ello también bebe la banda polaca de rock/metal progresivo Riverside, quienes abrazan este tópico de manera de canalizar aún más el dolor, frustración y la pena en la que nos vemos sumergidos a diario Así encontramos tópicos como el dolor derivado del desamor en canciones como "We Got Use to Us" o "Left Out". Otros más personales, como es la temática completa de su último trabajo "Wasteland" , la cual denota el claro desazón por la perdida de su ser querido, un amigo, el fallecido Piotr Grudzinsk, y el anhelo melancólico de un retorno que no llegará.
Pero no solo de este dolor bebe y enfrenta la banda, sino también aquel descrito por Byung-Chul Han, que es el dolor típico de la sociedad contemporánea víctima de un capitalismo que nos aplasta y controla, nos obliga al autocontrol y auto explotación, derivado del derivado del exceso de positividad o, si se quiere, del exceso de productividad, o, en buen chileno "tira pa arriba, es todo mental" o, más frío "el pobre es pobre porque quiere". Es de nuestra auto explotación para servirle al capital, que nos lleva ilusoria idea de autonomía y un culto al hedonismo, esfuerzos destinados siempre a la satisfacción del placer.
Con todo esto los polacos logran una tarea titánica que es visibilizar los problemas asociados a esta nueva forma de sociedad capitalista en la que nos encontramos insertos, que es eso sino lo expresa en "New Generation Slave", nuestra falsa idea de libertad, de creernos libres en una jaula acomodada y a la medida de lo que otros quieren y desean que hagamos. Mismo concepto abordado en "Drive to Destruction", que nos relata las inseguridades de una persona/victima, que pesa a realizar todos los esfuerzos, que son exigidos, sigue cayendo en la inseguridad y la ansiedad.
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