Podría utilizar muchas frases que simulen un cuento o novela para introducir esta crónica, pero creo que es tanto lo que hay que decir que preferiré no perder tiempo y entraré de lleno a los detalles. Gojira -a no ser que venga algo de otro planeta - es el mejor show de metal de este año.
Sé que estas son palabras mayores, porque aún seguimos en agosto, sin embargo un show de esta magnitud y con este nivel de detalle no es algo habitual. Más aún en el tiempo record que se realizó.
Para nadie es sorpresa que todo lo que respecta al show de Gojira fue "muy encima", y sí, así fue para toda latinoamérica que tuvo que hacerle un cupo urgente a la visita de los franceses. Esto que pudo haberse visto como un capricho de un conjunto de metal por venir a Latinoamérica a la rápida, se convirtió en un desafío abierto ¿quién puede o se cree capaz de hacer algo mejor?
Desde el inicio este show tiene a las personas indicadas. Mawiza (antes conocidos como Nunca Seremos Dichosos) trajo su metal raíz (como ellos lo denominan) a abrir los fuegos en el Caupolicán.
Una presentación que repasó los clásicos de su disco Kollong y que estuvo cargado de mensajes políticos y de revindicación por los derechos del pueblo Mapuche. Este era el lugar ideal para hacerlo, este era el momento indicado para hacerlo y - lo más importante - este sí era el público para hacerlo.
Mawiza salió a tocar con el Teatro Caupolicán casi lleno, donde la cancha cantó y saltó cada uno de sus temas. "Kütxal", "Killari", "Kumbagüe", "Ancestral","¡¡Nunca!!"" y "Mawiza Ñi Piwke" fueron parte de su demoledor setlist, algo que complementaron con una performance en el escenario sólida e hipnótica. No sólo disfrutaron su show, sino que transmitieron su mensaje, demostraron toda su fuerza y dejaron en claro que cuando las bandas nacionales se proponen ser grandes, llenan recintos sin ninguna excusa.
Con ese nivel, con esa vara muy alta luego viene el turno de Gojira ante un Teatro Caupolicán que no daba abasto para tanto fanático y que a muchos recordó el show de Mötorhead de 2011. Con un telón blanco y un show de sombras se desata la locura de siete años de espera contenida por el regreso del cuarteto francés al país.
Fue tanto lo que se especuló, se soñó y pensó de Gojira que obviamente las expectativas eran altísimas (y nosotros como Resistance lo vivimos en carne propia) y desde su comienzo con "Born For One Thing" la banda desmotró que venían a tocar por sobre ese nivel.
Clásicos como "Backbone", "Stranded" y "Flying Whales" comienzan a ser interpretadas por los hermanos Duplantier, quienes muestran una entrega descomunal. Casi como si su vida dependiera de ello, todos los músicos dejan toda su pasión, su energía, su furia y su amor en cada nota que van interpretando. Es impresionante el nivel de entrega que tiene el conjunto, quienes sólo se apoyaron de una pantalla gigante atrás y humo para su show. El resto lo llenaron ellos a puro desplante y pasión.
El público hizo su tarea, se sabían cada riff y cada letra de las canciones de la agrupación proveniente de Bayona. Una devoción que hacía que la cancha fuera un mar con los saltos de miles de fanáticos y que las galerías se movieran con el headbang de los clásicos modernos como "The Cell", e incluso con temas del recuerdo como "Love" o "Remembrance".
"Hold On" y "Grind" continúan el demoledor show de Gojira y sólo "descansan" para que Mario Duplantier realicé un pequeño solo de batería, el cual generó risas y cercania con el público junto a varios carteles llenos de términos chilenos. Joe sólo mira con admiración el mágico escenario que se ha creado en el Teatro Caupolicán y sólo puede llamarlo "una locura" para dar comienzo a "Silvera".
No hace falta muchas palabras, son más miradas y risas entre la banda y los asistentes. La entrega es mutua y Gojira sabe que lo está haciendo bien, su performance es realmente avasalladora y "Another World" viene a dar cuenta de ello, donde la animación de su pantalla colabora en un juego que les da tiempo de salir a tomar aire antes de sorprender a todos con "L' Enfant Sauvage".
A estas aluras ya todo el mundo está entregado, el show está siendo una de las presentaciones más impresionantes del año y Joe, Mario, Christian y Jean Michael siguen creyendo que pueden dar más. Es ahí donde dan el golpe final junto a "Toxic Garbage Island" y "The Chant" interpretada casi en su mayoría por el público.
"Nos dijeron que Santiago va a ser loco, lo escuchamos muchas veces, pero esto es impresionante", son las palabras de Joe para agradecer a sus seguidores que inundan el recinto en una ovación que sólo fue apagada por el tapping de "The Gift Of Guilt" para cerrar, ahora sí, la primera parte del show
En su regreso al escenario, Mario Duplantier entra con una polera de Brereton Diaz, recibe la ovación de los fanáticos mientras Joe sale a agradecer a todos y todas por su cariño. Aún hay tiempo de algo más antes del cierre y es ahí donde culmina esta noche a manos de "New Found" y "Amazonia" (Dedicada a todos los pueblos indígenas y con cariño a la banda Mawiza declaró el vocalista).
Llevo más de 10 años siendo columnista en medios independientes de música y lo que se vivió con Gojira anoche es algo que muy pocas veces se ve.
No es sólo porque la banda tardó siete años en regresar, es el cúmulo de factores que hizo que esto sea tan especial. Es la evolución de la banda a lo largo de los años, es el creciente fanatismo que surgió por ellos, es el interés de los músicos europeos por venir a Latinoamérica, es la campaña que hicieron sus seguidores por pedirlos de vuelta. No es un tour más, es un sentimiento que ha crecido con el tiempo y que fue muy bien leído por ambas partes.
Comienzo por el público y lo dije al principio, Mawiza tocó con el Caupolicán casi lleno. Saltaron desde que comenzó el show con "Kütxal" y corearon toda "Mawiza Ñi Piwke". Lo mismo con Gojira, uno habría esperado un publico más curioso que sólo fue a ver "qué tal esta banda de la que tanto hablan", pero nos encontramos con un recinto que cantó y saltó cada uno de los temas. No faltó ninguno, desde Terra Incognita a Fortitude.
Y lo último es la banda y acá de verdad hay que aplaudir y ovacionar de pie de Gojria y los hermanos Duplantier. El nivel de preocupación por cada detalle de su show es admirable. Desde preocuparse por quienes son los teloneros (una historia que con el tiempo se irá conociendo), por saber y averiguar cuál era el interés del público latino de pedirlos, por darse el tiempo de hacer detalles en nuestro idioma con sus carteles o de vestir elementos representativos actuales (como la camiseta del nuevo goleador nacional). Son esos los detalles que hacen que la entrega sea única y que eleven este show a un lugar no vemos siempre.
Un espetáculo de primer nivel que sienta un presedente, un desafío. Así es como se hace un show de metal, independiente si eres de Chile o de Francia, si las cosas se hacen bien llenan recintos y no hay peros que valgas. Noche impecable de principio a fin y que marca un gran hito en la historia musical del país, primera vez que ambas bandas cierran y sacan sus fotos con la bandera Mapuche en sus manos. Una señal de cambio y esperamos sea escuchada por la sociedad y por toda la escena.
Por Felipe Pino Guerrero
Fotografías de Diego Pino "EL Tío R"
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