Fue la voz de una generación, uno de los pioneros del movimeinto punk y un músico que se ha reinventado más de una vez. La llegada de septiembre no era sólo sinónimo de fiestas patrias, calorcito y primavera, sino que también anunciaba la llegada por primera vez a Chile del gran Billy Idol en su gira The Road Side Tour.
Todo comenzó puntualmente a las 20:00 horas, donde el conjunto nacional Franklin salió a presentar su propuesta rock a los cientos de fanáticos que ya a esas horan ocupaban facilmente el 80% del recinto.
La agrupación nacional presentó varios temas de su disco Altamar, un trabajo bastante bueno y que en vivo resultó de muy buena manera como preparativo para el show de Billy Idol. En una performance de 40 minutos supieron echarse al público al bolsillo con temas como: "Ilumíname", "Una Señal", "Fantasma" o "Fotografías".
De verdad, Franklin fue una gran apuesta de la producción, donde a pese a ser un rock más "suave" por así decirlo, el quinteto se ganó al público con su gran talento, donde incluso lograban hacer coros con los cinco integrantes cantando a la vez, todos en el mismo tono. ¡Te pasaste!
Pese al poco tiempo que tiene el conjunto desde su creación, la experiencia de sus músicos (que llevan varios años en la escena) se notó en el escenario. Una presentación de lujo y un sonido impecable. De verdad, Franklin atrapó a todos sin excepciones con sus canciones y el talento de sus integrantes, quienes se despidieron a lo grande con su single "Luces En El Mar".
Siendo las 21:00 horas se viene el plato fuerte y es que Billy Idol tenía un Teatro Caupolicán repleto para celebrar su debut en Chile, uno lleno de un público muy variado que iba desde familias enteras a punks (que ingresaron con entrada). Con esta variada jungla se apagaron las luces para que uno a uno empezaran a salir los músicos, la ovación se hace sentir cuando el guitarrista Steve Stevens sale a escena con el riff de "Dancing With Myself" y sólo segundos después todo se viene abajo con Billy Idol en el escenario.
El ex cantante de Generation X salió con todo y totalmente encendido, sólo tomo un respiro y volvió al ataque con "Cradle Of Love" y "Flesh For Fantasy". El recinto salta y baila sin parar al ritmo de sus canciones y el cantante disfruta entusiasmado la entrega del público, dándose el tiempo de mirar a cada seguidor a la cara y de sonreir al ver el recinto repleto.
Pero démosle merito al público que hizo su tarea y cuando "Cage" (de su nuevo EP) comenzó a sonar corearon cada palabra del single, que fue ejecutado a la perfección por la dupla Idol-Stevens. Luego llegó el turno del clásico "Speed" y que tras su sólo tuvo al artista ahogado por los gases lacrimógenos y que debió pausar el show unos minutos.
El evento se vio afectado por un grupo de punks que entraron al recinto en avalancha, lo que hizo que el gas lagrimógeno (que debe haber sido aplicado por carabineros afuera del recinto) entrara y se hiciera sentir en algunas partes del recinto, ya viene una respuesta para esto, pero no pienso darle mayor protagonismo a esta minoría.
A quienes sí voy a destacar es primero a la producción que pese a lo difícil de la situación, salieron a apoyar a la gente y en todo momentos nos mantuvieron informados de qué ocurría. Nunca se habló de que el show estuviera formalmente suspendido, siempre se dijo que se haría una pausa hasta que todo se normalizara, debido a que Billy Idol quería salir a completar el show y lo dejó muy en claro en RRSS con un mensaje lleno de energía y como si nada hubiera pasado.
Unos treinta minutos después, y aplausos para un público que no se movió ni un centimetro, regresa uno de los pioneros del real moviento punk y retoma en donde quedó con "Speed". Siempre muy preocupado va preguntando a la gente si todos están bien y si aún hay ánimo de continuar la fiesta, a lo que el público respondió con un potente sí que retumbó en todo San Diego.
"Bitter Taste" y "Eyes Without a Face" entraron en escena, desatando el canto del teatro lleno que disfrutó al máximo la performance del artista y que también permitió abrir un espacio para que Steve Stevens hiciera su solo de guitarra. Una mezcla de estilo rock y flamengo para él y su guitarra electroacústica que dieron espacio a la improvisación como para revivir clásicos de Led Zeppelin y Eric Johnson.
Si alguien tenía dudas de seguir el show es que no vio como "Mony Mony" hizo temblar todo el recinto. Un público y una banda que no dejaban de saltar y bailar al ritmo del clásico Tommy James & The Shondells, que fue el puente ideal para presentar su nuevo tema "Runnin' From The Ghost".
Billy y compañía se preparaban para el cierre de su show, uno que tenía varias sorpresas por ofrecer y fue ahí donde vuelve a sonar Generation X con "One Hundred Punks" para desatar el baile en el recinto una vez más y que preparó su golpe final con "Blue Highway" y la demoledora "Rebel Yell".
No se tomaron más de dos minutos y Steve Stevens y Billy Idol vuelven al escenario. Llenan al público de regalos, firman autógrafos y preguntan si aún queda energía para más. La respuesta fue obvia y así comienza a prepararse el broche de oro para cerrar esta presentación con un cover de "Born To Lose" y "White Wedding".
Un show un poco accidentado para ser honesto, pero que sólo paró para demostrar una cosa, Billy Idol es uno de verdad. Cuando pensamos en el movimiento rupturista que fue el punk (el original) recordamos a grandes rebeldes en todo sentido, no sólo la ropa era un acto de protesta, sino que también las letras, las acciones y sobretodo la conciencia de saber de dónde uno viene.
Billy Idol tiene más que claro donde está y que es lo que es gracias a su público, a quienes les agradeció con la frase "gracias por hacer mi vida tan maravillosa todos estos años". A ese punk no lo derribas con gases lacrimógenos, no lo derribas con un accidente mortal en motocicleta, ese punk muere con las botas puestas y nunca decepciona. A diferencia de muchos de los punks chilenos que llevan esta bandera de "rebeldes" por no querer pagar una entrada, pero que brillaron por su ausencia en movimientos sociales y nunca faltan al lado de una botillería macheteando. Parece que acá no se entendió bien la idea.
En resumen, podemos decir que Billy Idol a sus 66 años está en su mejor momento, como él mismo declaró. El músico tiene una voz impecable y una energía sorprendente. Si bien su show dura aproximadamente una hora veinte, la potencia que le pone a este es de verdad sorprendente y admirable.
Un espectáculo de primer nivel, un debut soñado para cualquier artista y un contexto que ayudó a demostrar que el verdadero punk está en las acciones, en la resistencia y sobretodo en la cultura, una que aborda un público muy muy transversal como se vio anoche.
Crónica por Felipe Pino Guerrero.
Fotografías tomadas y cortesía de @el.eme
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