La noche del pasado miércoles 30 de Noviembre será recordado por los asistentes como la presentación ritualista definitiva de los suecos Watain en nuestro país, si bien la deuda fue saldada en la presentación de 2019 (y que llevamos a ustedes en su oportunidad) con esta concierto dejaron claro que los años, la expertise y la madurez le sienta perfecto.
Todo comenzó en la tarde noche de este miércoles pasado, y luego de que Debbie, la gata anfitriona, decidiera abrirnos las puertas, nuevamente, del Club Blondie para una nueva jornada de puro y cruento Black Metal.
El show comenzó con la presentación de la banda Thvnvtos que demostraron sus credenciales como uno de los proyectos de metal extremo más interesantes y para tener en el radar, mezclando en muchas ocasiones un Black Metal a veces muy a la vieja escuela, baterías aplastantes y riffs distorsionados al máximo, pero intercalando partes melódicas, growls (emulando ciertas vociferaciones de nuestros pueblos originarios) y hasta voces limpias dando una sensación ambiental, muy en la onda de Post-Black mezclados con el Hardcore, una mezcolanza extraña pero que, a pesar de como se lee, saben ejecutar y plasmar con su propio sello y estilo, transformando su acto de apertura en toda una experiencia sonora.
La agrupación aprovechó por completo esta instancia, que viene como pináculo de su excelente trabajo en estudio, para entregarnos un setlist que repasó toda su carrera musical, con canciones de su último disco, “Dstrvdo”, como “Infortunio” y “Kütral” (dedicando su interpretación a todos los pueblos originarios reprimidos por los aparatos estatales); asimismo, presentaron una nueva canción, de su próximo álbum, llamada “Ningún Lugar”, y, por supuesto, un tema antiguo, con la cual cerraron su participación, llamado “Gris”, dejando atrás a un público totalmente sorprendido y pidiendo más de Thvnvtos.
Un breve intermezzo para montar el escenario para Watain, y es que, como ya les contamos en la previa a este show, para los suecos el concierto es más que una simple presentación de personas tocando sus instrumentos, es una instancia, mística, en que logran generar una conexión cuerpo-alma en el fanático, que es capaz de vivir y sentir su música, o, como ellos lo resumen, un ritual, una verdadera ceremonia, y como tal, no puede faltar la simbología y, por supuesto, el fuego.
Watain, acompañados de un antorcha, se sube al escenario para comenzar su concierto ritualístico de una manera atronadora con “Ecstasies in Night Infinite” y seguida, casi pegada, de “Black Flames March”. El ritual ha dado inicio y solo nos quedó ser meros espectadores y partícipes pasivos en este proselitismos del satanismo teísta que ya comenzaba a apoderarse del Club Blondie.
Erik Danielsson, “E”, aprovechó una pausa para saludar a los asistentes antes de continuar con una ceremonia que, siempre, llama a romper los cánones establecidos, a que se pierda por completo el control dentro del recinto, y vaya que lo logró con los asistentes luego de que sonarán “The Howling”, “I Am The Earth” y “Reaping Death” con un sonido realmente potente, dando muestras claras de una madurez al momento de plantarse en el escenario.
La experiencia sensorial de este ritual de Watain no se detiene con nada, están sonando como nunca antes en sus presentaciones en Chile, un sonido claro y desgarrado, permitiendo claramente distinguir cada instrumento, destacando, por sobre todo la brutal presentación de Alvaro Lillo y de “E” en las voces, quién es el verdadero maestro de ceremonia en esto. Ellos saben todo esto, así lo viven y así lo sienten, por lo que solo queda incrementar su agresiva presentación, ya que el público comenzaba, poco a poco, a sentir ese salvajismo y desenfreno que busca generar siempre la banda, no solo de saltos y headbaning, sino de un mosh pit feroz, en pleno centro de la Blondie, en el cual sus participantes demostraron su conexión corporal con el mensaje Watain, puro y completo descontrol y desenfreno, lo que seguía aumentando, canción a canción, pasando de la clásica “Devils Blood”, hasta las más recientes “Serimosa” y “Before The Cataclysm” , no hay clemencia, la banda lo demuestra, la ceremonia exige más efervescencia y eso obtuvo.
Como una sorpresa, Watain se sacó algo inesperado, una canción especial para el público Chileno, retrocediendo a 2000, con la brutal “Angelrape”, la cual dedicaron, con bastante convicción a Rodrigo Orias (para quien no lo conozca se hizo “famoso” por ser el autor del homicidio del sacerdote Faustino Gazziero en plena misa). Finalmente, este ritual, concluye con un momento brutal y descarriado entregado por la clásica “Malfeitor” que retumbó por completo el local, dando punto culmine a lo que yo considero fue la ceremonia definitiva de los suecos en Chile.
Este show nos deja la sensación de ser el mejor de Watain en Chile, superando a la del 2019, no porque algo cambiará en sí en el sonido, sino que es la madurez que demuestran sobre el escenario, dejando atrás, y solo para los libros de historia, sus antiguas presentaciones en Chile, dando catedra de como deben ser los shows de Black Metal, no basta llenar de cruces invertidas y sangre, es necesario algo más, ponerle misticismos y pasión, que tu concierto signifique algo para el público y eso intenta siempre Watain, no es un concierto, es un ritual y ayer 30 de noviembre fue la noche de la ceremonia definitiva, porque no se trata solo de atacar a la moral predominante, sino que crear y proponer una distinta, una contracultura basada en los principios del satanismo teísta, eso es y será siempre el logos detrás de Watain.
Escrito por Gonzalo Ruiz
Fotografía por Antonia Bisso
0 Comentarios