Cuando te decides por tocar la guitarra hay un puñado de referentes que se transforman en escucha obligatoria en la formación de cualquiera que se comienza a romper las yemas de los dedos. En mi caso personal viví el apogeo del "G3", un tour que se realizaba al rededor del mundo mostrando a 3 guitarristas, y si bien Yngwie Malmsteen me golpeó duro en algún momento, la versión que me marcó fue la de John Petrucci, Joe Satriani y Steve Vai... Dios mío que recuerdos... y fue ahí, sentado en el patio del colegio que aluciné con Steve Vai y toda su pirotecnia guitarrística, por lo que verlo en vivo esta vez era casi una obligación, así que gracias a Transistor partimos al Teatro Coliseo para una jornada llena de bends, trémolos, sweep picking, armónicos y cuanta cosa más se le ocurriera introducir al maestrísimo divino Steve Vai.
Llegamos a eso de las 20:00 hrs y con un show vendido completamente, la gente se agolpaba en la entrada del humilde Teatro Coliseo para poder presenciar una clínica de guitarra. Los acomodadores te acompañaban a tu asiento y ahí te quedabas como cuando eras chico y tu mamá te bañaba pero se le olvidaba traerte la ropa. A eso de las 21 hrs la gente comenzaba a impacientarse y caían los primeros gritos cuando se proyectaba en el fondo el logo de la banda, sin embargo eran solo pruebas. Cerca de las 21:30 se comenzaron a escuchar unos slides de guitarra ensordecedores, se apagan las luces, y aparece en escena con su guitarra llena de luces Steve Vai, produciendo la locura instantánea en el lugar, tocando una introducción para entrar en calor y realizar gestos de bienvenida al público presente. Poco duraron estos minutos de calma cuando golpeó con Avalancha, canción de su último álbum "Inviolate" (2022), que sería el gran protagonista de la noche.
Una banda de primer nivel en donde no se dejaban nada guardado, lo dieron todo desde esta primera canción, y si bien todos tenían su momento de brillar, las protagonistas serían las guitarras, realizando armonías increíbles entre Steve y Dante, era todo un bálsamo para los oídos. Tan solo con esta primera canción te mostraban lo que se viviría esta noche, y era un largo viaje alrededor del espacio, en donde Steve Vai iría pintando los paisajes a punta de riffs y solos intrincados que a momentos no sonaba a algo real.
Uno a uno se fueron intercalando los temas como Giants Balls of Gold, Little Pretty o Lights On, intercalando así grandes temas de su carrera junto a su nuevo trabajo, y fue aquí cuando comenzó a sonar uno de sus clásicos Tender Surrender, punto altísimo dentro del show donde realizó un solo tan emotivo, lento a ratos, fugaz por momentos, reuniendo las distintas técnicas guitarrísticas que Vai maneja a la perfección, con una melodía cándida y serena que como diría mi tío "Esto es música pa hacerlo rico po sobrino, o me salió wekereke? ah?"(Sí, mi tío es deudor de pensión y está funado), que al finalizar produjo la ovación de la gente que aplaudía de pie la majestuosa técnica, delicadeza y tacto con la que Steve Vai acaricia su instrumento.
Luego atacó con Incantation, momento en el que se fueron sumando una a una más guitarras, por lo que tuvieron que subir los técnicos a tocar, para terminar con 5 guitarras en el escenario, entregando un riff ensordecedor, que luego dió paso a Candle Power, con unos solos impresionantes, en donde hacía gritar a su guitarra llegando al traste 37 (No se como lo hace si la guitarra solo tiene 24), produciendo unos agudos atronadores. Continuó entregándole el escenario a su guitarrista Dante Frisiello, quien se lanzó con un solo de más de 5 minutos, y si señoras y señoras, para estar haciendo un solo de guitarra durante un show de Steve Vai, hay que tener coraje y técnica de sobra, cosa que Dante demostró y sacó adelante esta ardua tarea, logrando el aplauso de un público más que exigente porque si, todos estaban ahí para ver a Vai, por lo que es más que loable el desempeño de este joven guitarrista.
La banda en general es una bestia, un cancerbero de pie tras Steve Vai, con músicos increíbles, con Philip Bynoe en bajo, con un groove maravilloso, y una soltura increíble para tocar, metiendo slaps a diestra y siniestra, un Jeremy Colson en batería que golpea la caja como un martillo, pero acaricia suavemente los platos cuando es necesario, y el ya mencionado Dante Frisiello, joven guitarrista que no se queda atrás de Steve y lo sigue en todas las exigencias que este le plantea. Mas que a la altura del espectáculo, es un equipo de primer nivel.
Siguieron las canciones siendo ejecutadas a la perfección una a una como Building the Church en donde sonó el tapping por doquier, Bad Horsie con unos armónicos que sonaban a un caballo del infierno, o I'm Becoming en donde se lanzó completamente solo con una guitarra tan cándida, cálida y prístina como el nacimiento de la vida misma. Juegos con su banda, con el público, un contacto muy grande que te deja inmerso dentro del show y ávido por más trucos guitarrísticos. Un punto que todos esperaban era la canción Teeth of the Hydra en donde liberó a esa bestia de tres cabezas en el escenario, creando sonoridades increíbles. Finalmente tocó su gran clásico For the Love of God, en donde su sonidista cantó como un Pavarotti, demostrando que si bien Steve Vai es el centro de todo, el guitarrista deja espacio para todos, para que el espectáculo sea redóndo y completo.
Muchas personas critican a Steve Vai porque dicen que es demasiada técnica, demasiada pirotecnia, demasiado aspaviento de lo bueno que es, sin embargo, si yo tocara un cuarto de lo que toca Vai, estaría todo el día haciendo sweep picking, armónicos, bends y sin polera, solo porque puedo. Steve Vai es una bestia y debe escucharse con todos los sentidos porque más allá de la gran habilidad guitarrística, hay mucho corazón dentro de sus composiciones. Me lo repito sin duda alguna.
Fotografías por Mario Miranda
Escrito por Ramiro Jorquera
Setlist
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