Voy y vuelvo es un concepto enquistado hasta le médula en la chilenidad, por ejemplo quiero ir al baño en la pega “jefe, voy y vuelvo”, estás chat@ de bailar con alguien en un carrete “quiero ir al baño, voy y vuelvo”, estás haciendo un cosplay de mi papá “quiero comprar cigarros, voy y vuelvo”. Lamentablemente ese hiato de tiempo es indefinido, puede ser corto, puede ser largo, o en el caso de mi papá puede ser eterno (paga la pensión viejo ql). Esta vez nos enfrentamos a los chanchos parándose con este show de despedida llamado “voy y vuelvo”, como conmemoración de una pausa indefinida en su carrera, algo que me rompe el corazón pero como no soy de amor tóxico los dejo ir, con el dolor de mi alma, con el dolor de mi corazón los dejo ir UwU. Y es así como llegamos al movistar, con un halo de tristeza, de alegría, de funeral y de fiesta, a acompañar a los hermanos marranos, con el juanito en la mano, un funky tú madre en el corazón, y un guachperry en los labios, listos para disfrutar de este penúltimo show y emocionarnos hasta las lágrimas (Spoiler: lloré más que la chucha).
Faltaban pocos minutos para las 21:00 hrs y el Movistar se encontraba como a la mitad de su capacidad, por lo que avancé lo más cerca del escenario que pude y con un poco de pena porque pensé que no estaría lleno para despedir a los marranos como se debe... mala mía, porque a las 21:00, y de una manera casi mágica y cósmica, el arena estaba repleto, con la gente llamando a los Chanchos para que salieran al escenario, llamado que fue respondido rápidamente con una canción de Edith Piaf, que daba el tiempo para que entrara toda la batería de músicos que acompañaba al cuarteto, que golpeó con Hacia el Ovusol, seguido por Bola de Fuego y Cóndor, lo que baticinaba que sería una noche larga en donde repasarían de cabo a rabo la carrera porcina.
Con estas tres canciones de apertura mis lágrimas comenzaron a caer, recordando parte de mi vida en la que la única banda sonora constante fue Chancho en Piedra, desde aquel lejano 1996, cuando mi hermano me regaló para mi cumpleaños el "Peor es Mascar Lauchas" (1995), probablemente esperando quedárselo él (Yo tenía 6 años, el 21), pero para su mala fortuna me enamoré de la banda, y fue amor al primer Oink! Me pude calmar un momento mientras Lalo saludaba a la gente, solo para volver a romper en llanto con Sinfonía de Cuna y Funkytumadre, recordándo todas las veces que los vi en vivo, recordando que mi primer concierto fue Chancho en Piedra en el estadio ferroviario de San Bernardo, y rememorando mi paso por la básica, por la media, y la universidad, donde siempre estuvieron a mi lado los hermanos marranos.
Así prosiguió la noche entre temas clásico como Del Porque se Cohíbe o Lolin, para pasar a otros no tan archiconocidos pero que todo buen fanático maneja como Buenos Días a Todos o Allegro, y así se me fue la velada entre lágrimas, cantos, saltos y cabeceos, entre viajes al pasado y al presente, entre el Chancho primigenio y el más actual. Todo esto estaba coronado por una escenografía y vestuario "Steampunk" lleno de engranajes que hacían imaginar una máquina del tiempo en la que te llevaba de paseo Chancho en Piedra.
Luego llegó un intermedio con música clásica del circo chileno (a mi siempre se me vienen los tachuelas a la mente, pero no se de quien es la autoría), momento en que llegaron caracterizados de payasos, bufones y Lalo como el señor corales, para dirigir el gran circo de los hermanos Chancho en Piedra, acompañados de malabaristas, acróbatas, payasos reales, magos y todo en un ambiente de algarabía para tocar Cacho, recreando a un matador luchando contra el toro, haciendo incapié que este circo no tiene animales (Go Vegan), pero los marranos sacaran toda su fauna cancioncística con Me Vuelvo Mono, Paquidermo y La Vida del Oso, mientras las acrobatas colgaban desde el centro del escenario con aros y con su cabellera realizando maniobras que solo Dios sabe que existen, coronando con Cirilo Murruchuca, momento en donde comenzazron a girar los primeros moshpits de la noche.
Más tarde pasaron a la sección de viaje chanchístico, en donde nos llevaron a conocer La Granja de Los Súper Bebes, los paisajes temporales de Mampato, hasta posicionarnos en el espacio con Tren a la Luna, y aprovechando que estabamos en la luna, la banda cerró el viaje con Socio, porque si hay algo que le gusta a la comunidad marrana es bailar con la v3rg4 afuera. Y con esto dieron paso a la sección más funkera, bailable y espacial de la noche, convirtiendo al movistar en una disco en donde todos se movían al ritmo de los chanchos con canciones como Yakuza, Huevos Revueltos, Viejo Diablo y El Durazno y el Melón, que no dejaron a nadie quieto.
Finalmente, junto a la participación de un coro gospell, comenzaron a cerrar la noche con Voy y Vuelvo, canción que le daba el nombre a su tour de despedida, creando una atmósfera única y muy ad hok para el final marrano junto a Eden. Se fueron para rematar la noche con Chancho enarbolando su clásico "VIVA CHILE MIERDA Y LOS CHANCHO EN PIEDRA", para depedirse con Locura Espacial, coreografía del público incluída, para reiterar los agradecimientos por estos 29 años de compañía, de haberlos convertido en el estandarte de muchos, y entrando en un portal con la forma del clásico juanito, se perdieron uno a uno los miembros de la banda a eso de las 1:30 de la mañana.
Creo que por lejos ha sido una de las crónicas más difíciles que me ha tocado escribir, porque en este momento, al tipear, no puedo evitar volver a llorar una y otra vez, repasando la larga noche de 55 canciones y de extra duración que sinceramente no quería que se acabara, porque a cada momento que se acercaba el final, recordaba que no era el final del show, si no que el final de la banda que forjó mi infancia, adolescencia, juventud y me acompañó en mi adultez. Una banda consolidadísima, en la que aún extrañamos a Kvzón, pero el trabajo que ha hecho C-Funk es impresionante. Mensaje honroso para todos los músicos en escena, los bronces, percusiones, Dj humita, Pancho G, el coro gospell, todo hace una perfecta conjunción para una noche mágica. De verdad que mataría a alguien por repetirme el plato el Domingo, y si tiene la oportunidad no se lo pierda por nada del mundo, porque de ahí en más solo nos quedarán los recuerdos de las locuras de Chancho en Piedra en sus presentaciones, los discos que marcaron a fuego a una generación de inadaptados, y que personalmente me llevaré cada tema en el corazón porque los cabros de mierda jamás me dejaron botados. No me queda más que agradecer infinitamente a este cuarteto, a Pablo Ilabaca que ya no está, y que los seguiré bancando con todo el legado que nos dejaron y recordar que la muerte es la mejor parte de la vida, por eso la dejamos para el final.
Escrito por Ramiro Jorquera
Fotografías por Diego Pino
Setlist
2 Comentarios
Creo que cuando uno pone el corazón en lo que se hace se nota fue como leer la crítica final de Igor sobre Gusteau, felicitaciones, viviste algo único que compartiste con 12 mil personas.
ResponderEliminarFui el Domingo. Lo dices cómo todo un marrano de corazón. A leer esto se aprieta la garganta y me lloran los ojos. Fueron 3 décadas de muchos recuerdos en una sola noche.
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