¿Cuántas veces hemos escuchado que la música, y sobre todo nuestro querido "merol", no debe mezclarse con la sucia política? Críticas a Barney Greenway por dedicar palabras al asesinado Victor Jara en el último Metal Fest o Pedro Arcanjo, vocalista de Violator comentado su experiencia de vivir en un régimen casi rayando lo fascista.
Desde "se ponen weones" hasta "ya la están cagando" son frases que más de alguna vez me ha tocado escuchar dentro del respetable cuando ando por algún concierto, donde se hace algún discurso políticamente explícito, la mayoría de izquierda y uno que otro, casi camuflado, más tirado hacia el NS.
Siento que esto es en parte a la falta de educación cívica que desde años ha sido relegada al olvido o la carencia de un pensamiento crítico al momento de analizar la historia de nuestro país, en este caso los 50 años del golpe militar y la posterior dictadura cívico militar. "Miren, ya está hablando de política" o "está ensuciando la escena" son dos simples pensamientos que me descolocan cuando las veo venir de personas que usan poleras de Napalm Death, Sepultura o incluso Megadeth.
Nunca sabremos que habría pasado si Victor Jara no hubiera sido cobardemente asesinado por los militares en 1973. Nunca sabremos si hubiera llegado más allá de su coqueteo con el rock junto a Los Blops en el tema "El derecho de vivir en paz".
¿Qué tipo de bandas nos habría regalado nuestro país sin el apagón cultural que nos dejó la dictadura? Cuántas vidas asesinadas y cuantas vidas sin ser tocadas por el arte que muchos pudieron producir. Cuántos acordes truncados por acción u omisión de un sector político, en su mayoría inculto y oculto tras los medios de comunicación que sólo buscan desinformar.
Los militares mataron a Victor Jara, después de haberlo torturado, buscando acallar su voz, pero su voz se hizo eterna, a tal punto, que hoy 11 de septiembre, a casi 50 años de su asesinato es Tom Morello, miembro de Rage Aganist the Machine, quien está presente en la ceremonia de conmemoración del medio siglo del golpe de estado.
Vuelvo a preguntar: ¿Se puede hablar de política en un concierto? Sí, se puede y se debe, sino nos transformaríamos en un montón de seres que no piensan ni saben al ritmo de qué están moviendo la cabeza o armando mosh. Seriamos iguales a los simios, con respeto a los animales, que no distinguen al humano detrás de una camiseta blanca, azul o verde y sólo buscan hacer desaparecer a los que no comulgan con los que visten de otro color, escondidos en las barras bravas.
El rock y el metal, como acto de rebeldía, es un acto político, nos guste o no. Y como buen acto de rebeldía, debe molestar y hacernos pensar en lo que pasa alrededor nuestro. Por lo menos, por aquí, nos gusta saber que estamos "vacilando".
Disclaimer: está es una columna propia y personal, pero estoy seguro que muchos aquí, del staff de Resistance, tendrán una opinión similar.
Por Don "Mojo" (Tierra C137)
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