Noviembre ha comenzado y con él el mes más activo del segundo semestre, que no dará descanso a artistas, periodistas, fotógrafos y fans, así como a los trabajadores y trabajadoras de las productoras. Su inicio no fue la excepción.
Después de la potente apertura con el heavy power metal de los alemanes Primal Fear, en el segundo día, una vez que las gárgolas, momias, monstruos, espectros y esqueletos se guardaron en sus cajones, con la esperanza de no volver a salir nunca más, el equipo se acercó para cubrir el regreso de una de las bandas más importantes de finales de los 80 en lo que respecta a su sonido. Esta banda mezcla hard rock, grunge y punk, y, por supuesto, transmite un mensaje contestatario y subversivo, en una época que estaba marcada por el sexo, las drogas y el rock and roll. También se destacó por su defensa de los derechos de las mujeres, buscando su reivindicación y visibilización.
Y es que no es posible hablar de L7, o "el seven", sin hacer una referencia directa a lo que representa la aparición de este cuarteto femenino en una escena plagada de machismo, hombres y un elitismo que, a pesar de los esfuerzos de muchas figuras, sigue presente en la escena del rock, punk y metal en general. ¿Tienes dudas? Basta con revisar los carteles de las bandas que encabezan los festivales año tras año y quienes son relegados a papeles secundarios, a pesar de que su calidad es igual o incluso superior.
Lo cierto es que L7 no solo manifiesta esto en su actuación en el escenario, sino también en las letras de sus canciones y en la interacción con el público durante su espectáculo. Ofrecen un espacio de comodidad, libertad y la oportunidad de expresarse como mejor te parezca. Todo es bienvenido, todo es seguro, creando una pista y una valla de seguridad completa para el empoderamiento y la solidaridad.
Por lo tanto, no debería sorprender al público que asistió al show, que, aunque no llenó por completo el Club Blondie, compartiera en gran medida estos ideales. Disfrutaron al máximo cada uno de los clásicos interpretados por la banda, saltando, gritando y bailando desde el primer acorde de "Deathwish" y "Andres" hasta el bis con "American Society". Como mencionó Donita Sparks: " Are Your Ready to Rumbear ?"
No todo se trata de fiesta, sino también de manifestación y de pensamientos disidentes, lo cual es lo que yo creo que demuestra L7, y con lo que relaciono mucho la teoría de Judith Butler sobre la performatividad del género. Esto es lo que sentí y presencié en el Club Blondie, siempre acompañados por la anfitriona Debbie. Cuando observo la puesta en escena de L7 en el escenario de ULA, pienso: "esto es la personificación de la performatividad".
Es un tema complejo, una teoría filosófica y política que puede parecer un tanto intelectualoide, pero no es necesario comprenderla profundamente para ponerla en práctica, ya que la praxis supera muchas veces el conocimiento previo. En términos básicos, Butler afirmaba que el género es una construcción social impuesta por la sociedad heteronormativa. "Todo está en el texto, nada está fuera del texto", lo que significa que todo está creado previamente y, al mismo tiempo, impuesto. Se nos dice que las niñas deben escuchar música pop y los niños rock, que las niñas deben vestir de rosa y los niños de azul. Sin embargo, esto se puede y se debe cambiar.
A pesar de que todo parece estar previamente determinado, al ser performativo, es decir, creado y no natural, todo esto puede cambiar mediante actos de rebeldía, actos subversivos y actos de empoderamiento. Y eso es precisamente lo que hace el cuarteto californiano: romper esquemas, desafiar la imposición. Son mujeres que pueden hacer rock y punk, y con su mensaje empoderan a todas. ¿Qué sentido tendrían canciones como "Everglade," "Pretend We're Dead," o su cierre, "Fast and Frightening," si solo fueran atractivas musicalmente? No, también transmiten un mensaje de empoderamiento, resistencia, visibilización y lucha por los derechos de las mujeres, y es por eso que el público las disfruta y las canta a todo pulmón.
Además, otra canción icónica que, obviamente, causó furor es "Wargasm". Con un sonido pegajoso, la letra intenta transmitirnos que el placer por la guerra y los conflictos bélicos proviene de una visión masculina y machista de la sociedad. Tomar y pelear, es todo lo que hacen los hombres, sin buscar soluciones pacíficas. ¿Sorprende que esto siga siendo una realidad en nuestra geopolítica actual?
L7 no merece una reseña convencional. No se trata de un simple texto para copiar y pegar, ni algo que se pueda improvisar. Hay que vivirlo, estar presente y presenciar las expresiones, manifestaciones y todo lo que implica asistir a su espectáculo. No se trata solo de una fiesta, de saltos y empujones; es un acto rebelde, una manifestación performativa, la performatividad personificada en cuatro músicas increíbles: Donita Sparks, Suzi Gardner, Jennifer Finch y Demetra Plakas.
SETLIST
1. Deathwish
2. Andres
3. Everglade
4. Mr. Integrity
5. Shove
6. Stadium West
7. Human
8. Bad Things
9. One More Thing
10. Scrap
11. Slide
12. Fighting the Crave
13. Drama
14. Monster
15. Fuel My Fire
16. Non-Existent Patricia
17. Fuel My Fire
18. Wargasm
19. Dispatch From Mar-a-Lago
20. Pretend We're Dead
21. Shitlist
Encore:
22. American Society
23. Fast and Frightening
Review por Gonzalo Ruiz
Fotos por Antonia Bisso
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