En los albores de esta calamidad, la música siempre ha servido como una amplia vía de escape para resolver las encrucijadas del diario vivir. Ya sea para liberar tensiones o incluso para darle voz a la crudeza de la realidad, la estridencia de la música siempre ha sido un aliado del sujeto en la búsqueda de sentido para darle cuerda a un día más de hostilidad en el mundo. En este contexto, creo que ningún otro género musical ha logrado izar mejor las banderas del descontento que el hardcore punk.
Fundado en el frenesí y la estridencia, el hardcore emerge como una vía de evacuación para personas de todo el mundo. O más bien, como un catalizador que ayuda a digerir la crudeza de la realidad con actitud crítica. Por un lado, las letras están orientadas hacia una fuerte crítica social sobre el orden establecido, y por el otro las presentaciones, cargadas de velocidad y adrenalina, ofrecen un momento de suspenso para todo lo que sucede fuera de la avenida donde se desarrolla el espectáculo. En este sentido, el día de ayer Sala Metrónomo abrió sus puertas para que cientos de personas interrumpieran la debacle semanal y se sumergieran en el éxtasis que produce hardcore, pues Comeback Kid regresó a nuestro país para entregarnos un show perfecto para entender por qué el cansancio sólo necesita un poco de adrenalina para sanar.
Las puertas abrieron puntuales a las 19:00 horas. Era poca la gente que esperaba a los alrededores de la calle Ernesto Pinto Laguirre, pero apenas dio la hora la entrada se fue colmando cada vez más de personas que querían vivir la experiencia completa de esta jornada de hardcore.
A las 19:30 horas Derrumbando Defensas sale a escena para abrir la noche. La banda oriunda del sur de nuestro país dio una lección de cómo clavar el hardcore pesado como si fuera un golpe al mentón del público. En casi media hora de presentación, ante una Sala Metrónomo a un cuarto de su capacidad, las chicas de Temuco aprovecharon al máximo la oportunidad de animar la instancia; con un sonido impecable y una actitud demoledora, la banda se apropió del escenario sin problemas. Con influencias que van desde el hardcore metálico de los noventas hasta las corrientes más pesadas de los últimos años, la chicas de Derrumbando Defensas demostraron que los 15 años de carrera que presume su portafolio no es sólo un número, sino constancia y trabajo duro plasmado en canciones pesadas y apasionadas que son capaces de robar reflectores en cualquier tarima.
Pasadas las 20:00 fue el turno de los locales Entrefuego. La experimentada banda encabezada por Jerónimo Ruiz, salió a encontrarse con un recinto cada vez más lleno que celebraba el cruce entre unos titanes del hardcore mundial y una de las bandas líderes del circuito local. Varias personas en el público portaban con orgullo camisetas de la banda nacional, quienes entusiasmados por este junte se acercaron al escenario para interactuar sin temor. La banda ejecuta una cátedra impecable sobre cómo hay que presentar un show de hardcore, levantando la promesa de que en nuestro país existe calidad y que no tiene nada que envidiarle a cualquier otra agrupación foránea. Comienzan a abrirse los primeros mosh pit, y algunos crowd surf que, ante la insuficiencia de público a los pies del escenario, duran muy poco, pero la gente lo ignora y continúa apoyando. La banda se encuentra promocionando nuevos temas, los cuales han logrado cautivar tanto al público de siempre, que creció viéndolos cada fin de semana en pequeñas tocatas, como también a quienes se encuentran con ellos como un nuevo descubrimiento. Esto sólo es muestra de la consistencia de un grupo que incluso después de tantos años, logra convocar a un público cada vez más orgulloso de la calidad de la casa. En este sentido, el show de Entrefuego sin duda, fue uno de los puntos álgidos de la jornada, algo que el mismo Andrew Neufeld, vocalista de Comeback Kid, reconocería en su presentación.
La ansiedad es total. 21:00 horas y el show de fondo no da luces de empezar. La última vez que tuvimos un show de Comeback Kid en solitario fue el año 2016 en el mítico Espacio San Diego, hay quienes combaten la espera recordando ese show deseando que el que viene a continuación sea aún mejor. La gente vitorea el nombre de la banda esperando que hagan caso y salgan pronto, pero no sucede nada; el hardcore llama en el corazón del barrio Bellavista, y el público lo hace saber. Siendo las 21:15 se apagan las luces y la gente se emociona, grita con más fuerza el nombre de los canadienses mientras suena “In the air tonight” de Phil Collins en los altoparlantes. La banda toma posición y con los primeros acordes de “Heavy Steps” se desatan los primeros minutos de adrenalina.
Con una Sala Metrónomo a tablero revuelto, Andrew Neufeld no se despega del borde del escenario y los interpela para que la fiesta no se apague. El vocalista repite “Get the fuck up!” como un mantra, haciendo un llamado a viva voz para que la gente se vuelva loca a través de todos los ritos que ofrece una jornada de hardcore. Bastó dar pie a uno de los temas prematuros de la banda, “False Idols Fall”, tema que no había aparecido en los repertorios del resto de la gira, para que el frenesí se volviera incontenible.
El viaje fue de adelante hacia atrás y viceversa, momentos emotivos para los clásicos de siempre, donde Neufeld subió gente al escenario personalmente para compartir el micrófono, y efusividad para los temas más nuevos, los cuales el público coreaba de memoria (incluso los que aún no han sido lanzados) hasta el último detalle, cumpliendo con la responsabilidad animar el trabajo de los canadienses. El público no abandona, eso está claro, hay un compromiso con la banda, el mar de personas que atesta la Sala Metrónomo quiere barrer con todo, sin importar las distancias -que en este momento son mínimas-, quieren subir a la tarima y estar con la banda, porque la sintonía es la misma: Comeback Kid monta un concierto y el público responde con un espectáculo; lo que demuestra que una audiencia fiel puede marcar la diferencia en una gran presentación. En ese momento, el local de Bellavista no tiene nada que envidiarle a las avenidas anglosajonas para montar un show de hardcore de alto nivel.
La banda cierra con “Wake the Dead”, dando paso a la última oportunidad para quienes aún no hayan participado de la locura que lleva la sala durante casi una hora y cuarto de concierto. La gente es consciente de esto, ellos dejan el alma y la banda pierde hasta el micrófono (literalmente), todos, hasta los guardias, se suman al cierre de una jornada de hardcore puro que sirve de golpe energizante para cerrar lo que queda de la semana y del mes con la esperanza de que -como dice la canción- esta vez todo sea diferente.
0 Comentarios