#LiveReview: Bikini Kill: Revolución Riot Grrrl en el corazón de la Alameda

Pocos movimientos pueden reclamar ser los dueños de una idea innovadora y tan potente como el Riot Grrrl. Nacida en la emergente escena alternativa de Washington a comienzos de los noventas, guiada por la consigna de que había que cambiarlo todo, el Riot se erigió como una corriente que buscaba darle voz a las mujeres dentro de un movimiento que era bastante reticente a recibirlas como artistas antes como meras espectadoras.

Muchas de ellas, resistiéndose a la idea de quedar relegadas a ese rol, decidieron juntar sus fuerzas y levantar un movimiento fundado en los mismos principios de intercambio que poseía el underground en aquel entonces, pero con un nivel de fraternidad y creatividad aún mejor. Dieron nacimiento a un sentimiento de comunidad que trascendió los límites de la música y el arte: había una filosofía, un mensaje, un motivo y un objetivo. Ayer, 7 de marzo, como en la antesala de una nueva conmemoración del 8M en nuestro país, la discoteque Blondie recibió en su interior un pedazo de toda esta tremenda historia; ya que Bikini Kill, una de las bandas pioneras del Riot Grrrl, se presentó por primera vez en Chile.




El show fue, sin duda, una de las novedades más esperadas de este semestre en cuanto a conciertos se refiere. Tras su separación en 1998, la banda regresó después de 20 años para dar una serie de conciertos puntuales alrededor del mundo; sin embargo, la energía y la respuesta de sus seguidores ante la noticia, las llamó a extender el regreso para llevar la rabia y el poder del Riot al resto del globo. Siendo ayer el turno del público chileno de desatar al ritmo de Kathleen Hanna y sus compañeras.


La jornada comenzó pasadas las 20:00 con la banda nacional Sin Lencería como acto soporte. Con casi 15 años de experiencia, las locales entregaron un show más allá de las expectativas circunstanciales. Con una propuesta sólida, lograron ganarse al público que llegó temprano al icónico local de la Alameda para sumarse a la histórica jornada. Con canciones enfocadas en consignas como el consentimiento, la lucha contra la violencia sexual, y otros enclaves más amplios de contingencia como la corrupción política, Sin Lencería logró destacar sobre el escenario ante un público que las recibe como si se tratara del espectáculo principal. La banda resalta lo único de una oportunidad como esta, y la gente abraza el logro de sus compañeras y compatriotas. 


Siendo las 21:00 en punto, Kathleen Hanna, Kathi Wilcox, Tobi Vail y Erica Dawn, subieron tranquilamente al escenario a tomar posiciones. Hanna saluda al público, que enloquece con la idea irreal de tener a una banda del calibre de Bikini Kill frente a sus ojos, y arranca el show con “New Radio”. El recinto estalla inmediatamente en baile, rebeldía y diversión; el lema “Girls to the front” se toma cada metro cuadrado de la discoteca que hoy es el albergue de un pedazo de historia contracultural. 

Desde el primer minuto somos testigos de uno de los shows más eléctricos que puede ofrecer el punk rock; con una Kathleen Hanna que usa el escenario como si se tratara de su propia habitación, bailando de un lado a otro al son de melodías estruendosas, que acompaña con una voz poderosa. El contraste entre el júbilo de su performance con la seriedad del resto de la banda es el sello perfecto del espectáculo que quieren montar: Son personas de oficio, nacidas en el underground, pero no pierden jamás la oportunidad de divertirse. En este sentido, el vestuario que Hanna lleva esta noche -un vestido de baile rosa- es un símbolo destacado de lo que significa Bikini Kill: la rudeza y la rabia puede -y debe- coexistir perfectamente donde hay brillo y ternura. 


Al momento de interpretar
“I hate danger”, la banda rota en sus instrumentos. Algo que repiten a lo largo de toda la presentación, sorprendiendo al público con la destreza musical de cada una de las integrantes, quienes pueden ejecutar parte de su repertorio en prácticamente cualquier posición que se les disponga. Hay varias partidas en falso a lo largo de la presentación, lo cual hace del acontecimiento una experiencia aún más auténtica. La gente aprecia ese pequeño detalle, entiende que de eso se trata el punk rock: de errar, de tratar una y otra vez, de hacerlo. No importa si llevas 3 meses o si llevas 30 años


Y como no podía ser de otra manera, en la antesala de un nuevo 8M, el llamado a viva voz de la protesta y el descontento por parte del público -compuesto mayormente de mujeres- se hicieron presentes en el corazón de la Alameda entonando a todo pulmón “Alerta, alerta, alerta machista, que todo el territorio se vuelva feminista”, para tomarse el espectáculo durante los silencios de la banda. 

Algo más de una hora dura el show de las oriundas de Washington. Con un set de 25 canciones las estadounidenses lograron encantar a un público que en ningún momento se agotó de bailar y gritar ante el tamaño espectáculo de las punks estadounidenses. El recital se detiene en momentos contados, con sólo un encore de poco menos de 10 minutos, la banda regresó rápidamente para interpretar sus dos canciones más icónicas: “Double Dare Ya” y “Rebel Girl”. Con el clásico “We are Bikini Kill, and we want revolution!” Arranca la última parte de este momento histórico, en el que la discoteca Blondie, por un rato, se convirtió en un garaje de Olympia a comienzos de los noventa.


La banda se despide con Kathleen Hanna reverenciando a su público constatando que volverán en el futuro. No dice si es que será con Bikini Kill o eventualmente con algún otro proyecto paralelo (recordemos que Le Tigre también se reunió hace poco), pero esto ya dispone al público de un enorme grado de felicidad de saber que queda Riot Grrl para rato. La gente se retira con la fuerza y la felicidad que deja un show de este calibre, hemos presenciado un show de Bikini Kill, lo repetimos y hasta ahora seguimos sin poder creerlo.





 


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