Desde siempre, el rock ha sido un género con una forma más o menos canónica de hacer las cosas. La hegemonía de las guitarras eléctricas en una banda de tres a cuatro instrumentos diferentes, un vocalista rudo y el desplante de una escenografía básica, han sido la fórmula tradicional de hacer música desde esas trincheras. Algo que hemos visto regularmente entre la nueva camada de bandas que nos ha regalado este siglo, pero también hemos sido testigos de algunos ejemplos innovadores que buscan desafiar esta dinámica, reduciendo el número de integrantes y, también, reduciendo el número de instrumentos.
Durante comienzos de los 2000 pasó con The White Stripes, el duo estadounidense que se posicionó rápidamente en el centro del panorama musical con una propuesta intensa y novedosa, ya que en el escenario eran capaces de pasar una verdadera aplanadora sobre sus seguidores siendo tan solo: una guitarra, una batería y la enigmática voz de Jack White. Fieles con la tónica del estilo que se venía amasando en aquellos años, intentando darle vida a los últimos vestigios de la última década dorada del rock en los noventas, Meg y Jack fundaron un antes y un después en la forma de hacer ruido. Sin embargo, no bien la propuesta fue aplaudida por la crítica y el público, resultó poco imitada en el pasar del tiempo; y es que en esta industria ser creativo puede ser premiado, pero también fuertemente castigado. Es por esto que la mayoría de las agrupaciones emergentes decidieron asegurar un futuro con la fórmula clásica, y apostar el éxito siguiendo la tradición. Pero esto no aseguró el gusto de una crítica cada vez más exigente, que entre la abundancia y poco compromiso con la innovación se unieron en una declaración categórica: el rock ha muerto.
Buscar la gloria en un terreno tan complejo como el rock es arriesgado hoy en día, puedes llevártela a casa en el bolsillo o salir por la puerta de atrás. En este caso, existe una banda desde el vacío creativo de la tradición, apostaron por la novedad y salieron jugando. Esta es la historia de Royal Blood, quienes con tan sólo un bajo y una batería, el día de ayer impresionaron a un Teatro Caupolicán repleto para saludar el primer show en solitario de la banda inglesa en nuestro país. El enigmático local de la calle San Diego se convirtió en un mar de gente congregada para ver al dúo conformado por Mike Kerr y Ben Tatcher en una jornada que prometía desmentir el fallecimiento del movimiento cultural más fuerte del último siglo: el bendito rock n´roll.
El show comenzó cerca de las 21:00 horas, con la llamada puntualidad inglesa, acompañados por la interpretación de la Sinfonía Número 1 de Bach, Mike y Ben subieron al escenario para encontrarse con su fanaticada chilena que no dejaba de vitorear su llegada con emoción desde atrás hacia adelante. Con los primeros acordes de “Boilermaker”, el teatro se convirtió en un remolino que no se detuvo en ningún momento. Con un “Are you ready for Rock n´Roll?, Ben Tatcher provocó a los cientos de asistentes que desbordaron energía desde el primer minuto. Una mezcla de lo nuevo y lo viejo fueron parte de una primera mitad alucinante que encantó al grueso de los asistentes, éxitos como “Come on over”, “Lights Out”, “Blood Hands” y “Typhoons”, son algunos de los temas que hicieron bailar, saltar y gritar al variado público que se presentó a la jornada para recibir una dosis de rock a la vena para comenzar la semana.
Resulta interesante cómo el dúo británico se toma el escenario del Teatro Caupolicán con una puesta en escena tan minimalista. Riffs pegajosos, ritmos simples pero milimétricamente calculados, son parte de la receta que los ingleses manejan para demostrarnos que a veces menos no sólo es más, sino mejor. La sintonía entre el bajo de Kerr y los tarros de Tatcher es una muestra singular que resulta envidiable: cómo es posible hacer tanto ruido -y hacerlo bien- con tan pocas herramientas. La banda sigue una línea bastante monótona entre sus canciones, las cuales suenan parecidas luego de un rato, pero sin dejar de maravillar a un público que se encuentra cada vez más entretenido por sus creaciones. Son de esos temas que quedan en el paladar durante días, lo que confirma una vez más que el rock no ha muerto, sólo hay que ponerse creativos.
La vibración que produce un primer encuentro en solitario, recordemos que la banda se presentó por primera vez en nuestro país en el marco del festival Lollapalooza, es una sensación única que pocas agrupaciones pueden proyectar. Hay una comodidad en el reflejo de la banda y el público que no aparece en grandes festivales o apariciones como show de apertura, es un sentimiento de que hay algo grande en una relación exclusiva entre el arte de la música y quienes saben apreciarla; Royal Blood ayer logró encabezar un acontecimiento de esta envergadura con su público chileno, algo que los dejó muy contentos y no lo ocultaron en ningún momento. Desde los fanáticos que conocían de memoria cada una de las letras de sus canciones, hasta aquellos más aguerridos que incluso se animaron a hacer crowdsurfing, fueron los protagonistas de una jornada que dejó rastro en la banda inglesa. Y lo hicieron saber en sus intervenciones a lo largo del espectáculo.
Con una seguidilla de cuatro éxitos de su discografía, incluyendo los ya clásicos “Loose Change” y “Figure it out” de su aclamado disco homónimo, Royal Blood se despidió de un Teatro Caupolicán a tablero revuelto que no perdió la euforia en ningún momento. Con un setlist de lujo, conformado por dieciséis canciones que atravesaron los 10 años de carrera de la banda, el público chileno recibió una jornada llena de energía y respondió acorde a las circunstancias. Dejando en claro que, al menos en esta parte del hemisferio, las chaquetas de cuero y los lentes oscuros tienen para rato, y que las bandas como Royal Blood siempre serán bien recibidas y celebradas.
Setlist:
- Boilmaker
- Come on over
- Mountains at midnight
- Lights Out
- Shiner in the dark
- Supermodel Avalanches
- Blood Hands
- Trouble’s Coming
- Typhoons
- Pull me through
- Little Monster
- How Did we Get So Dark?
- Loose Change
- Out of the Black
- Limbo
- Figure it out
Escrito por: René Canales
Fotos por: Elme (Lotus)
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