#Livereview: Squid en Chile - La fuente de la (in)disciplina


Durante años, la industria de la música ha reclamando que la producción del rock viene a la baja en el medio. Asegurando que el género se ha quedado corto de ideas, huérfano de referentes y, por sobretodo, desconectado del segmento al que aspira representar. Y es que en tiempos como los que corren, donde el escenario es cada vez más líquido, con una realidad social compleja y una masa cada vez más diversa, la creatividad artística tiene una tarea bastante más difícil que en décadas anteriores. Donde los cánones de un género ya no se acomodan a las expectativas de la sangre nueva que, cansada de vivir de las glorias del pasado, necesita mimetizarse con un ruido fresco, uno que le haga sentido al espíritu generacional. 

En este contexto, de cuando en cuando aparecen una serie de nombres que ponen el grito en el cielo para protestar por lo que la mayoría presume al leer este párrafo: el rock no ha muerto, sino solo sus cadenas. Y es que al final, la duda sobre la expiración del género deriva en la verdadera pregunta: ¿de qué hablamos cuanod hablamos de rock? Entre tantas corrientes y subgéneros uno podría asegurar que es una interrogante que permanecera irresuelta para siempre, pero aún hay quienes -teniendo esto presente- se empesinan por categorizar la variedad en blancos y negros, dejando de lado lo único de lo que podemos estar seguros; como el clásico de King Crimson: más que una fuente de disciplina, el rock es una fuente de indisciplina. 
Y bueno, quienes asistieron el día de ayer al debut de Squid en nuestro país, pudieron apreciar que el quinteto británico bien puede ser uno de los candidatos para tomar el megáfono y reclamar la reinvención de un estilo. Con una propuesta sólida e ingeniosa, la banda de Brighton llegó al Club Chocolate para presentarse ante un público rebosado de juventud durante casi una hora y media, en la cual repasaron diferentes cortes de su breve -aunque intensa- discografía. 

La agrupación salió puntal a las 21:00 horas, acompañados de una pequeña introducción sonora a la par de una proyección audiovisual en la cual se podían observar gráficas en tres dimensiones rodeando el logo de la banda. Ollie, Louis, Arthur, Laurie y Anton toman posiciones, y el show arranca con "Swing (In a Dream)", primer tema de su celebrado "O Monolith" (2023), y el público inmediatamente se suma a la algarabía en la pista del local. Varios deciden bajar de la escalera/galería a la "cancha" formar parte de la euforia que se comienza a levantar en el centro. Salto, baile y canto son parte de la imagen que deja la primera pieza del debut de los ingleses en suelo nacional. 
El recital se desarrolló de manera ininterrumpida en todos los sentidos: la banda nunca paró de tocar, la gente no dejó de alentar, y la producción se llevó todos los puntos en cuanto a temas de sonido y efectos escénicos. Con un paseo entre sus dos proyectos de larga duración -"Bright Green Field" (2020) y "O Monolith" (2023)- y algunos temas de su excelente EP "Town Centre" (2019), Squid dio una clase magistral sobre como explotar la creatividad. En un escenario estrecho y alto, la banda no se intimidó en ningún momento para mostrar por qué es una de las propuestas musicales más llamativas de nuestro tiempo. 

Con un estilo ecléctico, pero consistente, el quinteto británico se para sobre el escenario entre la improvisación y el cálculo, con una ejecución estricta y dedicada, brindando a su fanaticada una jornada de puro poder juvenil. Y es que ver a Squid es como observar un experimento dentro de un laboratorio, donde, como si fueran científicos, prueban sonidos, algunos aciertan, otros fallan, pero la combinación siempre produce un encuentro de maravilla con una creación alucinante. Tomando de referencia sonidos cercanos al post-punk, el jazz, el rock progresivo, y el krautrock, la banda presenta una mescolanza que logra crear un ambiente multifacético que se acomoda a la preferencia de cada uno de los asistentes; pasando de un momento a otro de un pogo frenético en temas como "The Cleaner", a un rave alucinante en cortes como "Broadcaster".
En definitiva, Squid entregó un espectáculo clave para comprender el debate alrededor del rock actualmente. Demostrando es necesario abandonar de vez en cuanto esa pretensión de validez que tienen los viejos estandartes del género para dar crédito a la imaginación de las nuevas generaciones. El sonido es hijo de su época, y no creo que haya -identitariamente- una más complicada que la actual, donde el eclecticismo es una constante cada vez más difícil de atender, y las propuestas monótonas no dan el ancho para satisfacer esa hambre de creatividad. Algo que bandas como Squid ponen sobre la mesa y es muy difícil de ignorar: a veces tirar un poco de las cadenas es la clave


Setlist
  1. Swing (in a Dream)
  2. If You Had Seen the Bull’s Swimming Attempts You Would Have Stayed Away
  3. Undergrowth
  4. Leccy Jam
  5. G.S.K.
  6. The Cleaner
  7. Broadcaster
  8. Narrator
  9. After the Flash
  10. Paddling
  11. Pamphlets
  12. The Blades
Reseña por: René Canales
Fotos por: Mauricio Villarroel

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