#Livereview: Tortoise - La dinamita del sonido

Hay personas que aseguran no encontrar emociones contundentes en la música puramente instrumental. Se trate de la música clásica, del jazz, o cualquier género que no incluya voces en su haber, existen aquellos que defienden a rajatabla la idea de que la sensibilidad de las palabras es algo irremplazable en el terreno de la música. Quiero creer que así como yo, quienes que lean esta reseña se mostrarán disidentes con esta posición e inmediatamente recurrirán al baúl de su cabeza para sacar a colación un montón de ejemplos que prueban equivocadas a este grupo de personas. Y es que cuanta razón hay en la idea de que un acorde bien ejecutado también puede hacer lenguaje; esas notas que inundan el espíritu y que son capaces de hipnotizar a una sala llena de gente, de comunicarlo todo, sin decir ni una sola palabra. Bueno, me imagino que algo así lograron experimentar quienes el día de ayer asistieron al Teatro Coliseo para presenciar el regreso de Tortoise a nuestro país

En una jornada única, los norteamericanos se prestaron a presentar su destacado "TNT" (1998) de principio a fin, ante un teatro casi agotado. El ya clásico local de Nataniel Cox se vio agolpado a tope con la emoción de los seguidores de la agrupación de Chicago, quienes alrededor de las 20:00 se parapetaron en las puertas de ingreso para ingresar a uno de los shows más esperados del semestre por el público del post-rock.  

Cercano a las 20:30 fue el turno del espectáculo de apertura: Narval Orquesta. El ensamble de once integrantes subió puntal al escenario para presentarse ante un teatro que con el paso de los minutos se veía cada vez más lleno. Con una propuesta jóven y ecléctica, la orquesta santiaguina deleitó a los asistentes con un concierto sólido, donde cada uno de los músicos presentó lo mejor de sus destrezas en cada una de sus composiciones. El proyecto puede describirse como una fusión entre la música clásica, el jazz de salón -o free jazz- y un toque de algunas corrientes progresivas; propuesta que llevó a los locales a encumbrarse frente al público, quienes aplaudían con estridencia el talento de sus compatriotas, caldeando los ánimos para una noche espectacular. En cerca de media hora, Narval Orquesta concretó un show soporte exitoso en la espera del plato principal (que, dicho sea de paso, también contaría con la participación un miembro del ensable chileno). 


A las 21:30, con total tranquilidad sin ninguna introducción, los próceres del post-rock salieron a escena para dar rienda suelta a la que sería su cuarta visita en nuestro país. Pocas palabras y el acelerador a fondo, la banda arrancó la jornada con "TNT", tema que introduce y da nombre al larga duración de 1998, que vienen reinterpretando desde hace ya unos cuantos meses. Sin pausas ni intermitencias, la agrupación se dispone a presentar íntegramente uno de los trabajos que los convirtió en leyendas de la música insturmental hacia fines de los noventas. 

Con el clásico par de kits de batería colocados de frente al borde del escenario, rodeado por el equipo de sintetizadores, instrumentos de percusión, el ensable local de viento y cuerdas al costado izquierdo, y el resto de la banda al fondo, Tortoise define la disposición del escenario aprovechando hasta el último espacio, conformando un auténtico laberinto musical. Se intercambian los instrumentos y comienzan a remar entre melodías que, si bien pueden parecer complejas, no se agotan en esto, logran diluirse con una simpleza paradójica en los oídos de una audiencia que se pierde la atmosfera creativa de los norteamericanos. Un poco de krautrock, otra pizca de dub y electrónica, y algo más de jazz es parte de la combinación inclasificable con la que Tortoise logró enamorar a un público diverso y receptivo, que en todo momento recibió la interpretación de la banda como un lujo enorme. 

Los doce temas al hilo en poco más de una hora, fueron el centro de la jornada que convocó a las cientos de personas que llegaron al Barrio Bulnes para este emocionante regreso. Una interpretación sólida y detallada, sin deslices, fue como estar en la sala de producción escuchando la composición de la pieza maestra por vez primera. Cada uno de sus miembros se destaca por ser un artesano musical, personas de oficio que no dejan un sólo espacio para el error. Desde los tiempos fríamente calculados por sus percusionistas John Herndon, John McEntire y Dan Bitney, hasta los rigurosos acordes por el lado de las cuerdas de Doug McCombs y Jeff Parker. La banda usa el escenario como si se tratara de un patio de juegos, columpiandose entre instrumentos, haciendo alarde de sus habilidades en la interpretación de cada pieza con una maestría que no suelta al público en ningún momento. 

Para esta clase de shows la complicidad con el silencio es clave. Porque funciona como un insturmento más, esto es algo que la gente sabe (o al menos la mayoría); por lo mismo los momentos de euforia y vitoreo son breves. Los aplausos son una mera convención que dura lo menos posible, porque existe un pacto de hacer la menor cantidad de ruido en el transcurso de la jornada. Esto lleva a que los asistentes, e incluso la misma banda (quienes sólo se detienen para dedicar unas pocas palabras de agradecimiento a sus seguidores chilenos), se hagan callar para facilitar el curso de la experiencia. 

Con el combo electrónico de "Almost Always Is Nearly Enough" y "Jetty", y el cierre fino de "Everglade", Tortoise se retira del escenario en penumbras tapados en muestras de agradecimeinto de sus seguidores chilenos que fácilmente pudieron haberse retirado en ese preciso instante plenamente satisfechos por el espectáculo presenciado. Sin embargo, el quinteto norteamericano no quería irse sin antes darle a sus fanáticos chilenos el gusto de escuchar un par de canciones más del resto de su discografía. Fue entonces que tras un corte encore, la banda volvió al escenario para sellar su presentación con "Along the Banks of Rivers" y "Crest", dejando atrás una jornada inolvidable para la memoria de sus fanáticos. Como si se tratara de una explosión, Tortoise acabó con el Teatro Coliseo con una auténtica dinamita del sonido. 


Setlist Tortoise

  1. TNT
  2. Swung From the Gutters
  3. Ten-Day Interval
  4. I Set My Face to the Hillside
  5. The Equator
  6. A Simple Way to Go Faster Than Light That Does Not Work
  7. The Suspension bridge at Iguazú Falls
  8. Four-Day Interval
  9. In Sarah, Mencken, Christ and Beethoven There Were Women and Men
  10. Almost Always Is Nearly Enough
  11. Jetty
  12. Everglade
  13. Along the Banks of Rivers
  14. Crest

Reseña por René Canales
Fotos por Mauricio Villarroel

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