#Livereview: Andy Summers en Blondie: La magia imperecedera de un sonido único


No hay mejor fiesta que una con música de los 80. Para todo aquel melómano empedernido, la sensación de liberar el cuerpo al compás de sintetizadores entremezclados con guitarras alocadas significa retroceder en el tiempo. Volver a cuando se era joven, o incluso a pensar en cómo podría haberlo sido, porque por motivo de un destino azaroso, se nació en una errónea época. Pero ayer en la mítica disco Blondie, durante unas horas, los límites del tiempo se desvanecieron. De DJ se posición un viejo rockstar, cuyos 81 años son igual de engañosos que el ambiente vivido ayer, porque el antro ubicado bajo las calles de la Alameda fue un torbellino en medio de las temperaturas bajo cero. Parecía que el reggaetón o el trap no existía, y que solo de rock y pop respiraban las personas. Eso logró Andy Summers, el tremendo guitarrista histórico de The Police, la banda que brilló con sello propio décadas atrás. 

La historia de la agrupación británica con Chile es larga. Hoy resulta irrisorio pensar que en 1982, cuando se encontraban en pleno apogeo, visitaron el país situado al fin del mundo, cuyo presente distaba mucho de la alegre algarabía que desató el trío en nuestro país. Con dos noches en el Festival de Viña del Mar, The Police dio uno de los mejores shows en la historia del certamen.

42 años después, su prolífico guitarrista, Andy Summers, regresó a suelo nacional. El escenario fue la icónica disco Blondie, lugar más que idóneo para tan magno evento. Y es que se trataba de un momento invaluable, porque era, probablemente, la última oportunidad de ver en vivo al músico. 

La juventud perteneciente a las fiestas más modernas que organiza Blondie dio un paso al costado, porque este evento tenía una imagen clara. Los nacidos en las décadas de los sesenta y setenta llegaron en masa al espacio subterráneo, donde no se sabe cuándo se asoma el sol.

Abrigos negros, camisetas estampadas y rostros sonrientes y nostálgicos. En medio de un auspicioso humo, se dejó ver la estrella. Con una camisa floreada y de relajado aspecto, Andy Summers entregó la música que suena constantemente en el mismo lugar donde estaba parado. 

Junto al vocalista y bajista Rodrigo Santos, y el baterista de Paralamas Do Sucesso João Barone, formaron “Call The Police”, banda dedicada a tributar los éxitos del trío inglés. 

"Driven To Tears” fue la escogida para iniciar el show. El tema de su tercer álbum Zenyatta Mondatta (1980) fue reconocido y coreado por el público de forma inmediata, aunque no es de los más encendidos del grupo, de modo que alguna canción más rápida habría generado mayor movimiento para el inicio.

Sin embargo, la calidad musical de Summers está intacta. Obviamente, el ritmo no es el mismo, pero el sonido sí lo es. Un lujo escucharlo a solo metros de distancia. 


En tanto, Barone y Santos replican a la perfección a Sting y Copeland. Si bien la voz del brasileño no es tan similar a la de quien reemplaza, posee un estilo limpio y pulcro. 

La elección del setlist no pudo haber sido hecho más a la medida de los fans. Puros clásicos que abarcaron toda su discografía. Es sabido que, pese a la corta carrera de The Police, ninguno de sus trabajos pasó desapercibido por la crítica. Desde que lanzaron Outlandos d'Amour (1978) hasta el Synchronicity (1983) causaron alto impacto en todo el mundo. Por eso, todos los temas tocados fueron disfrutados por la audiencia.

Summers regaló solos largos y pausados, pero también emotivos e hipnotizantes. Walking On The Moon y De Do Do Do, De Da Da Da fueron un preludio de lo que sería la segunda parte del concierto. Porque todas las canciones escogidas forman parte del repertorio más clásico de la banda, pero, lógicamente hay un selecto conjunto de éxitos inolvidables, cuyas letras y acordes son interpretados sin error alguno por parte de los fans. 

La seguidilla de hits causó la impresión de que el show se hizo demasiado corto. Con Can´t Stand Losing You fue que empezó a despeinarse el público. Aunque muchos observaban en calma y sin mucho alboroto el concierto, quienes más adelante se encontraban sí le hicieron saber a Summers que sus canciones aún provocan desenfreno y locura. El coro de dicho tema fue gozado de principio a fin, y casi sin descanso, apareció Roxanne. La melodía que toda persona ha escuchado, aunque haya sido una sola vez, en su vida. La guitarra pausada y al estilo reggae no deja ajeno a nadie, y a eso se le añade el alarido interminable de Sting, que Santos emula con creces. “Put on the red light” es una frase simple, pero contiene las emociones de miles de jóvenes ochenteros, quienes ayer en la pista de baile volvieron a soñar con esos instantes únicos e irrepetibles. Summers y los suyos, conscientes de esto último, alargaron al máximo la última parte de la canción, con todos los presentes declarándole a Roxanne su amor eterno. 

Lo mismo sucedió con sus otros dos temazos, Message In a Bottle y So Lonely. Ambas agitaron a los más encendidos, mientras que los observadores movían la cabeza, como si le otorgaran sus respetos al maestro de las seis cuerdas. Summers se embarcó en un viaje alucinante junto a Santos, e inventaron improvisaciones sin miedo. 

Momento aparte fue cuando sonó “Every Breath You Take”. La balada lenta, quizás del Top 10 de las más escuchadas durante los ochenta, marcó el clímax de la noche. Parejas y amigos unidos por una melodía que enamora a cualquiera, más allá del origen oscuro por el que la compuso Sting, cuando terminó con su exesposa. 

Las luces impactaban de lleno en cada uno de los asistentes, mientras Andy disfrutaba el llanto mudo de los asistentes. Un latigazo al corazón con reminiscencias de tantas bandas latinoamericanas que se inspiraron en The Police para crear sus propios estilos. Cómo no escuchar a Soda Stereo en los arpegios de Summers, quien incluso llegó a colaborar con Gustavo Cerati.

Catorce canciones e infinitos recuerdos. Andy Summers llevó por hora y media a cientos de errantes perdidos en una ciudad distinta, donde The Police ya no es lo que convoca a las juventudes. Sin embargo, su recuerdo sigue vivo, y ayer se tuvo el privilegio de esuchar en vivo a uno de sus miembros históricos. Pese a la edad, el guitarrista iluminó la disco sin dificultad alguna. Su legado fue motivo de celebración, porque no todos los años se tiene a una leyenda como él, y además en un espacio reservado, como es la Blondie. Anoche, la magia de una banda que no suena a nada semejante brilló nuevamente, porque así es The Police, un grupo que mezcló varios géneros, y así logró un sonido único. Imitado, pero no igualado

                                                                                                                          Review por Vicente Flores

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