#Livereview - Bane en Chile: Se puede empezar de nuevo

Para quienes nos criamos bajo el ala protectora de la escena hardcore durante los últimos 15 años, el recuerdo de aquel inolvidable show de Bane en 2014 sigue siendo una marca imborrable en nuestras memorias. Ese concierto, que se suponía iba a ser el último en nuestras tierras tras la anunciada separación de la banda en aquel entonces, fue mucho más que una simple despedida. Se convirtió en una auténtica explosión de energía que resonó en cada rincón del ex-domo San Diego, el cual fue, durante gran parte de la década del 2010, el epicentro del underground local. Aquella noche, el recinto vibró como nunca antes, albergando un momento histórico en la carrera de una de las bandas más icónicas del hardcore punk contemporáneo. Para muchos de nosotros, ese espectáculo fue el cierre dorado de un ciclo perfecto, una historia redonda que parecía haber alcanzado su culminación.

Sin embargo, lo que nadie anticipó fue que 10 años después, la historia de Bane en nuestro país tendría un nuevo capítulo. Contra todo pronóstico, la agrupación liderada por Aaron Bedard decidió regresar a los escenarios, y con ello, volver a nuestras tierras. Este regreso fue una sorpresa total para los seguidores, quienes nunca imaginaron que la banda retomaría su actividad después de haber estado inactiva durante tanto tiempo. Aún más asombroso fue que decidieran extender su gira más allá de su presentación especial en el festival Outbreak el año pasado, reafirmando así su vínculo con su público. Este inesperado reencuentro tuvo lugar en la Sala Metrónomo, un espacio que, bajo su techo, se convirtió en el escenario perfecto para un espectáculo incendiario. En esa noche memorable, los ritos del hardcore se conjugaron con la intensidad de Bane, dejando un registro imborrable de una noche fenomenal, donde la energía y la pasión se entrelazaron para crear un evento que, una vez más, quedará grabado en la historia de la escena.

La jornada comenzó con la poderosa actuación de los locales de En Mi Defensa, quienes tuvieron la tarea de encender los motores de la noche. Con más de dos décadas de trayectoria en la escena, esta banda ha logrado consolidarse no solo en el underground chileno, sino también a nivel sudamericano. Su repertorio, forjado a lo largo de los años, se ha convertido en un emblema dentro del nicho, y así lo demostraron al interpretar varios cortes de su amplia discografía. Sin apenas esfuerzo, lograron encender al público, que poco a poco llenaba el recinto hasta el borde. Canciones emblemáticas como "Elefante", "Apostando a Ganar" y "Soltar" fueron algunos de los temas que la banda lanzó al escenario, desatando los primeros mosh pits y stage dives de la noche. La energía era palpable, y desde los primeros acordes quedó claro que esta sería una velada cargada de adrenalina y emociones, prometiendo ser una experiencia inolvidable para todos los presentes.

A las 21:00 horas, en punto, llegó el momento que todos esperaban: Bane subió al escenario. En medio de la expectación general, los miembros de la banda se aseguraron de que todo estuviera en su lugar, ajustando personalmente la disposición del escenario y verificando que las condiciones fueran perfectas para lo que se avecinaba. Con todo listo, no perdieron tiempo en arrancar con el show estelar. Aaron Bedard, con su clásica visera, se acercó al borde de la tarima, asumiendo el rol de maestro de ceremonias. Apenas fue necesario un breve saludo del carismático vocalista para desatar el caos en el local. Los primeros acordes del clásico "Count Me Out" resonaron por el recinto, y con ellos, la locura absoluta se apoderó del lugar en Ernesto Pinto Lagarrigue. Lo que antes era un mar de personas se transformó rápidamente en un torbellino desenfrenado y en una especie de piscina olímpica improvisada, donde algunos asistentes probaban suerte con sus mejores clavados desde el escenario, mientras otros giraban en círculos al ritmo de la música, completamente entregados a la intensidad del momento. Esta energía desbordante y la entrega total del público se mantuvieron a lo largo de todo el show, en una velada que, sin duda, quedará grabada en la memoria de todos como una de las más electrizantes y memorables. 

Frente a un público completamente entregado, los estadounidenses ofrecieron un espectáculo arrollador, interpretando lo mejor de su repertorio con una intensidad que electrizó cada rincón del recinto. Desde el primer acorde, cada miembro de la banda se sumergió en un torbellino de energía en sus respectivos lugares, contagiando a la audiencia con su entrega. Esta conexión visceral entre la banda y sus seguidores no hizo más que alimentar la energía colectiva, manteniéndola al máximo durante cada tema. La mayoría de los asistentes coreaba las canciones de principio a fin, demostrando un profundo conocimiento del setlist. Sin embargo, había otros que, presos de un frenesí absoluto, no podían contenerse y se lanzaban al escenario, solo para dejarse caer sobre la marejada de personas que se agolpaba en las primeras filas. Estos seguidores esperaban ansiosamente su oportunidad de tomar el micrófono de manos de Aaron Bedard en los momentos más emotivos, como durante la interpretación de "Can We Start Again", "Calling Hours" o "My Therapy" (sobre el cual interpretaron el clásico breakdown de "Domination" de Pantera. En estos temas, el frontman no solo desplegó su potente voz, sino que también aprovechó la oportunidad para dirigirse al público con palabras cargadas de sentimiento, explicando el significado profundo de las letras y lo que buscaba transmitir con cada una de ellas. Estos momentos de conexión y reflexión añadieron una capa adicional de emoción a la ya vibrante atmósfera, haciendo de la noche una experiencia única y profundamente memorable.

Un hit tras otro, la banda recordó los mejores años de su reinado como uno de los líderes indiscutibles del hardcore mundial, mientras el público respondía con gargantas secas y agotadas, pero incansables en su devoción. Los stage dives eran interminables, aunque a menudo breves, con algunos desafortunados terminando su vuelo en el suelo, pero nada de eso mermó la intensidad del momento. Estos elementos fueron los ingredientes esenciales de una jornada que, sin duda, logró levantar el espíritu del hardcore al máximo. Cuando finalmente sonaron los últimos acordes, y la banda dejó el escenario, quedó claro que la noche había sido mucho más que un simple concierto: fue una celebración de la pasión, la energía, y la comunidad que define a este género. Los asistentes, con el eco de la música aún vibrando en sus cuerpos, sabían que habían sido parte de algo especial, de una noche que venía a reescribir la memoria de esa noche de 2014 que muchos veían como algo insuperable. Así, con un último estallido de aplausos y vítores, se cerró una jornada que, para muchos, representó el pináculo de una conexión inquebrantable entre la banda y sus seguidores, y que dejó en alto el una consigna importante para estos tiempos en los que un renacer de la escena se avista más vivo que nunca: da igual cuantos años pasen, siempre es posible empezar de nuevo

Setlist

  1. Count Me Out
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  2. Final Backward Glance
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  3. Ante Up
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  4. Can We Start Again
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  5. Fuck What You Heard
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  6. Swan Song
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  7. Some Came Running
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  8. Wrong Planet
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  9. Play Video
  10. Play Video
  11. Calling Hours
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  12. Ali v. Frazier I

Reseña por René Canales
Fotos por Antonia Bisso

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