Hace años tenía una deuda pendiente conmigo mismo y era ver a Meshuggah, ya que por distintas razones, no había podido ir en sus visitas anteriores, y esta vez, frente a la invitación de Transistor, ni si quiera lo pensé y dije que iba al Teatro Caupolicán, para vivir el regreso de los suecos tras 5 años de su última visita.
Para nadie es secreto lo fuerte que golpeó Meshuggah a mediados y finales de los 90', cuando todos estaban preocupados del Groove y del Nü Metal, los suecos empujaban el sonido del death metal, el prog y el tecnicismo para crear una combinación fresca que se terminó transformando en el "djent" y a posterior en una piedra fundacional del metal moderno que escuchamos hoy por hoy. Fiel reflejo de esto fue su público en lo que encontramos un variopinto de artistas nacionales que venían a disfrutar de las métricas complejas como miembros de Cries, Kubera, Octopus (Dúo [ojalá que vuelva Braulio y Daza]), Mawiza, Abuelos Pobres y quizás cuantos otros que se escaparon al ojo fisgón de la R.
Con un horario sacado de reloj Suizo, los encargados de abrir los fuegos fueron Chances, quienes tras un bullado anuncio a través de redes sociales (haters gonna hate) prepararon un show a la altura de la ocasión. iniciando su show con Primero en Caer, con un Teatro a 3/4 de su capacidad son recibidos con aplausos y gritos, pese a todo el revuelo ya mencionado, demostrando que la vida real es muy distinta a la de las redes sociales, y la Banda si ha logrado ganarse un espacio en la escena nacional.
Lamentablemente no estaba Chris en guitarra ya que se encuentra de gira junto a Ater por Europa, sin embargo la Banda llenó el escenario del Caupolicán de igual forma, logrando conectar con el público asistente que rompía en aplausos tras cada tema (aunque eran bien fríos durante las canciones). Tras 7 canciones Chances cerró la jornada con Sendero, dejando a un público más que satisfecho a la espera del reencuentro con la banda sueca.
Pasaban los minutos, el teatro se repletaba, y un público bastante ansioso por ver a Meshuggah coreaba a todo pulmón I Wan to Know What Love Is, y Careless Whispers para llamar a la banda al escenario, y elevar la temperatura del lugar. Cuando son las 21:00 en punto se apagan las luces y comienza a sonar un eco de ultratumba, un rugido desde las entrañas de la tierra que anuncia la esperada llegada de los suecos, quienes rompen el silencio con Broken Cog, creando una atmósfera de violencia y preparando a la gente para lo que se avecinaba (y que no sería poco). La banda completamente de negro, con instrumentos negros, todos vestidos de negro, negros curas y padrinos, negros cuñaos y suegros, salvo un sencillo "Chile" escrito en blanco, que lucía el vocalista Jens Kidman en su polera.
Tras este inicio profundo la banda se fue a su disco de principios de los dos mil "Nothing" (2002), tocando Rational Gaze y Perpetual Black Second, desatando la locura del lugar, sin dar inicio a los mosh pits ya que se encontraba tan lleno que solo se veía una masa saltando e intentando seguir los complejos compases que Meshuggah proponía, tras lo que llegó el primer respiro de la banda gritando un gran "GRACIAS!", en donde se dejaba notar la emoción de los suecos (al menos yo elijo creer que estaban emocionados de volver a Chile).
La banda mezcló temas de su último trabajo "Immutable" (2022), con parte de los grandes temas de su discografía hasta llegar a uno de los puntos altos de la noche tocando el doblete de In Death - Is Life e In Death - Is Death, momento en que el público logró corear las guitarras, volverse loco con el tema, dejarse llevar por las guitarras de 8 cuerdas y sus afinaciones de ultratumba, para acabar pasando a una bomba de bajo que dejó a todos en shock, pateando después con la antigua Humiliative, tema perteneciente a su EP "None" (1994), en donde se deja sentir la búsqueda que realizo Meshuggah desde el death o thrash metal, pasando por tecnicismos y terminar dándole un barniz de prog con sus contratiempos y compaces irregulares, que marcaron la tónica de lo que sería su carrera.
La banda decidió cerrar la primera parte de la jornada con Future Breed Machine, tema que tiene un gran espacio en el corazón de los fanáticos (y en mi caso fue la primera canción con la que los conocí), lo que desató la euforia del Caupolicán, convirtiendo la cancha en una masa viviente, una marea de gente que se bamboleaba al ritmo de la maquinaria Meshuggah. La banda se fue del escenario y volvió a los minutos, con un Jens Kidman diciendo "Muchas gracias cabros, ustedes nunca decepcionan", así que elijo creer nuevamente que el público chileno tiene un lugar especial en el corazón de los suequitos.
La banda puso fin a la noche con la infaltable Bleed y la potente Demiurge, poniendo broche de oro a una noche tan potente, tan violenta, que te deja el corazón lleno de esta maquinaria antigua y perfectamente aceitada que es Meshuggah. Si me preguntan a mi, hubiese querido escuchar algunos temas más del "Chaosphere" (1998) o del "Destroy Erase Improve" (1995), pero sin lugar a dudas es un show que te deja exhausto, aprovechando las pequeñas bocanadas de aire que te dan entre canciones, y luego te dejas envolver en sus hipnóticos riffs que suenan a óxido y biomecánica de un futuro distópico. Un show más que recomendable.
Setlist
Chances
Meshuggah
Fotografías por Diego Pino
Escrito por Ramiro Jorquera
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