#Livereview - The Mission y Christian Death en Chile: una oda a la oscuridad



Niebla, luces rojas, prendas negras, es un poco del ambiente que se vivió en la presentación de The Mission en Chile. Blondie fue el centro de la fiesta gótica, un clásico lugar que causó un reencuentro con los británicos, además de la banda invitada, Christian Death, que después de 14 años regresó a nuestro país.


Para iniciar la noche, con una voz narradora, iniciaban el ritual, con una bienvenida que señalaba que será una velada para honrar a los seres queridos que no están presentes. Es así cómo Christian Death comenzaba su show, con toques de chamanismo y rosas. 


La atmósfera que se formó es casi ritual, combinando la intensidad de su música con la presencia carismática de su vocalista. Las letras, que abordan temas de amor, pérdida y muerte, conectan profundamente con la audiencia, creando una experiencia emocional única. 



El setlist fue una mezcla perfecta de clásicos y temas más recientes, llevando a los asistentes en un viaje nostálgico a través de sus álbumes más emblemáticos. Temas como ‘New Mesiah’, ‘We have become’, ‘Forgiven’, ‘Blood moon’, ‘Church of No Return’, acompañados por luces tenues y proyecciones visuales envolventes, causaron diversas sensaciones en el público. Fue un buen repaso por su historia. Maitri y Valor se destacaron por su conexión y cercanía con el público. 


"Romeo's Distress" y "Deathwish" resonaron profundamente, evocando la esencia oscura que caracteriza a la banda. Además, sonó algo más reciente, ‘Beautiful’, una canción que entregó esa sintonía ligada a la belleza. 


Christian Death fue una experiencia que va más allá de un simple concierto; es un viaje a través de la oscuridad y la belleza de su música. Entregaron una actuación llena de energía, sensualidad y emociones. 




Por otro lado, la agrupación esperada, The Mission, se hizo presente mediante una velada mágica. Con característico sonido melódico y atmósferas envolventes, se presentó en un ambiente íntimo que permitió al público conectar con la música. 


‘Wasteland’ dio pie al inicio, causando ese clásico coro, creando una atmósfera casi catártica. ’Beyond the pale’, ‘Like a child again’, melodías que causaron esa cercanía emocional antes de regresar a la intensidad. El  infaltable ‘Deliverance’, donde la energía se disparó nuevamente. 


El ambiente fue muy agradable, la cercanía, las risas y conversaciones que se produjeron entre la banda y el público se notaron, ya que Wayne, de forma graciosa, respondía a lo que le gritaban, o las canciones que deseaba escuchar los asistentes. La simpatía se hizo presente. 



Presentaron un tema nuevo, ‘Kindness is a Weapon’, una interesante pieza, con toques que nos recuerdan a los noventa, por la similitud del sonido. 


Los dos bis incluyeron algunas sorpresas, como una interpretación de Wayne Hussey en modo acústico, tocando ‘Love me to the death’, además de ‘Severina’ y ‘Butterfly on a wheel’, temas que el público pedía y sin duda  no debían faltar en la cita. Esos momentos fueron coreados y llenos de energía.


Acercándose al final, con el cover, tipo roquero del clásico, ‘Never let me down’ de Depeche Mode, hicieron una versión muy The Mission. Finalmente, cerraron la velada con ‘Tower of Strength’, un broche de oro, llevando la atmósfera a un clímax absoluto entre medio de la neblina. 


La combinación de clásicos hizo que el concierto fuera un balance perfecto, mostrando no solo el legado de los británicos, sino también su capacidad para seguir creando música relevante. Sin duda, fue una noche de rituales.


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Escrito por: Fernanda Schell

Fotos por: Diego Pino

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