Paul McCartney en Chile: Destello Monumental

Paul McCartney tiene algo especial con Chile. No es que venga y llene 5 estadios en una semana o que le pasen las llaves de la ciudad, pero algo hay. Prueba de ello es que su sexto concierto en el país y primero en el Monumental David Arellano, haya tenido tintes tan emocionantes de principio a fin. Aquí, nuestro humilde comentario a un show sin puntos bajos.

Denver hizo lo suyo con un volumen que pudo haber sido más potente. Respetados por casi 30 mil personas que llegaron tempranito al recinto de Macul, se bajaron con tibios aplausos del stage. Una banda que muchos encontraron 'ajena' al espectáculo, pero... ¿han escuchado a Paul solista? Felicidades a Denver, no cualquiera le puede contar hasta a los nietos que McCartney los eligió como acto de apertura. Y aparte, digan lo que quieran pero estuvo entretenido, por más que sonara despacito.

21:15 y tras casi una hora de reversiones de The Beatles en manos de Chris Holmes, el Dj que lleva más de 10 años 'calentando motores' en las previas de los conciertos del músico legendario, aparece en escena ÉL. Paul McCartney,  con ya 82 años de edad, entra como si nada, sonriendo y marcando el tiempo para 'Can't Buy Me Love'. Con un volumen mucho más alto y clarito que el de Denver, el ex-Beatle deja en claro de una que esto no es solo para rememorar esa etapa de su carrera, ya que 'Junior's Farm' y 'Letting Go', de Wings, son las siguientes en el repertorio. 'Drive My Car', primera cantada por todo el estadio (no nos vamos a poner a pelear hoy sobre si eran fans o no, porque ya saben la respuesta), nos llevó a la época Beatle nuevamente junto a 'Got to Get You Into My Life', sacada de "Revolver" y hecha para sacar suspiros a cualquier edad.

'Come on To Me' del "Egypt Station" hizo presencia y tiene que haber sido la menos cantada de la noche. Para hacer la proporción,  si es que habían 40 mil personas anoche, la cantaron aproximadamente 14. Pero eso es súper bueno: McCartney no vive del pasado, vez que puede mete sus canciones como solista y la gente, a estas alturas, ya debería saberlo. 'My Valentine' y 'New', ambas más adelante en el repertorio,  sufrieron la misma suerte. Temazos, tremendos cortes, pero desconocidos para un público que a veces solo paga las ganas y el hecho de 'estar ahí'.

'Maybe I'm Amazed' es preciosa. De qué otra manera se podría decir. Un tema que musicalmente hablando está súper bien construido y además, su letra es bellísima. Qué tremenda interpretación se sacaron de este clasicazo del álbum "McCartney". 'Love Me Do' y 'I've Just Seen A Face' siguieron marcando el camino Beatle de la noche, con 40 mil almas emocionadas a más no poder. Obvio que no todo era lágrimas,  si Abe Laboriel Jr puso al estadio completo a bailar con 'Dance Tonight' mientras el mismo baterista se sacaba los prohibidos sin dejar de tocar. Luego, 'Blackbird' con McCartney sobre una tarima, solo en el escenario, demostró que no es necesario más que un bello arpeggio para robarnos el corazón.

'Now and Then', última canción de The Beatles, es especial. Ni un año lleva al aire y parece un clásico sesentero, si casi todos se la sabían. Globitos blancos al aire durante su ejecución que emocionaron al mismísimo Paul, que agradeció más de una vez el lanzamiento de estos globos. Más clásicos y un momentazo; 'Something', dedicada a George Harrison. Ataviado de un ukulele, McCartney comienza a cantar una de las canciones más bellas jamás escritas en la historia. Lágrimas por doquier en miles de caras que se unieron en un 'I don't know' majestuoso. De esas canciones que si le ponen oído, se dan cuenta el por qué los Fab Four son tan importantes para la música.

'Band on The Run' es la canción que este humilde redactor ha querido toda la vida para bailar en su incomprobable matrimonio; parte como un lento, termina como rock and roll. ¿Perfecto? Por supuesto! El clásico de Wings pone a todos a bailar y sirve como antesala perfecta a una oleada de clásicos que se avecinan. 'Get Back', 'Let It Be' y 'Hey Jude', de la última época de The Beatles, son de las más coreadas de la jornada, con todos alzando sus celulares para iluminar o grabar con flash (porfa no hagan eso). Además, hubo espacio para toda la algarabía y pirotecnia con 'Live and Let Die'. Fuegos artificiales por montón, fuego y gritos de euforia para un corte muy especial dentro de la discografía de Wings.

Y tristemente, llegamos al final. Un encore que tuvo emoción con 'I've Got a Feeling' y John Lennon haciendo el dueto con Paul en las pantallas, Heavy Metal con 'Helter Skelter', rock and roll y, por supuesto, el mejor final, la guinda de la torta. 'Golden Slumbers', 'Carry That Weight' y 'The End' cierran, al igual que en "Abbey Road" (ya, sí, faltó 'Her Majesty'), una jornada con tintes épicos. Una promesa de volver al país decorada con papel picado y más fuegos artificiales despiden a Paul, que se disipa entre el hielo seco reinante en el stage.

Presenciar un espectáculo de este calibre no es algo de todos los días. Un momento así de especial se atesora como el primer beso, como una declaración y como un costalazo de esos que duelen hasta en el alma. Paul McCartney es sinónimo de historia, actualidad y  buenos shows. Habló en chileno, bromeó y deleitó a más de 40 mil fans que esperaron 5 años y medio por su retorno. Un destello Monumental que se vive ahora y siempre, aquí, allá y en todos lados. O quizás, solo estamos impactados porque acabamos de ver a uno de los músicos más importantes de la historia decir 'cuático'.

Samuel Víctor Acevedo 
Fotos; Andie Borie/ DG Medios

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