La escena metalera de Alemania destaca por varias cosas, pero una de las principales es su influencia, donde puedes tomar dos vertientes dependiendo de quién sea tu referente, pero la que marcó Accept hace 40 años con el mítico Balls To The Wall marcó a toda una generación dentro de la música extrema.
Es increíble, pero 40 años han pasado desde el lanzamiento de dicho LP, y dos de sus piezas claves se reunieron para celebrarlo en un proyecto llamado Dirkschneider, donde Udo y Peter Baltes toman la voz y el bajo, respectivamente, para volver a interpretar estos clásicos en vivo con ese sonido que marcó a una generación.
Pero antes de comentar su paso por Santiago con dicho show hay que ir al principio, con dos bandas locales que abrieron los fuegos ante una fanaticada, muy marcada por la presencia de la gente de regiones y de heavy metal.
Comenzamos a las 20:00 hrs con Camus, conjunto chilote que entró a jugar a la capital con toda la actitud al ritmo de “Newen” y “Llanto y Dolor”. Había una buena cantidad de público, y con esa hospitalidad característica del sur del país, los muchachos inundan a los fanáticos con uñetas, discos y hasta poleras de regalo.
Con tan sólo 25 minutos, casi 30, los chicos logran dar cátedra de su sonido y lo que buscan representar, un heavy metal lleno de garra y corazón que es empujado por ellos mismos desde la isla grande. “Corazón de Rock N’ Roll”, “Jaguar” y “Ya Todo se Vendió” son pruebas de un show que mantuvo esa rebeldía y siempre cercanía con un público que los ovacionó en cada momento que pudo.
Luego es hora de una banda conocida en la casa y los amantes del Heavy, Battlerage sale al escenario a deslumbrar a todos al ritmo de “Wine Of The Wicked y “By Steel I Reign Supreme”. Dos temazos hechos para motivar a los asistentes, que comienzan a corear varios de los riffs y a tirar las cervezas por los aires.
Este fue el único show que tuvo que lidiar con temas en el audio, que incluso obligaron a tomar una breve pausa para poder repararlo. ¿Fue algo crucial? Al contrario, sólo demuestra el desplante de su frontman, Fox-Lin Torres, quien compartió con todos los seguidores a la espera de solucionar los desperfectos. Una vez todo se arregla, regresan rápidamente al metal enganchando a todo el mundo en su cierre con “Para Bien o Para Mal” y un medley final.
La energía se siente en el ambiente, están todos los amigos reunidos, y sólo nos faltan los invitados de honor. Se siente la emoción a los pies de la cancha y las poleras y discos de Accept comienzan a verse en diferentes puntos del Teatro Cariola. Quizás nos relajamos mucho al ritmo de “Living After Midnight”, porque sin previo aviso o apagar las luces, comienzan a sonar la intro de “Fast As A Shark”. El momento ha llegado.
Acompañado de los músicos de su proyecto solista, Udo y Peter Baltes salen a escena. Esto es sin piedad, es devastador como la irrupción de Accept en la música alemana y lo dejan más que en claro con esta intro, que no toma pausas y sigue con “Livng For Tonight”.
Udo nos conoce, siempre que ha podido nos ha visitado, y con poquito pero preciso español nos hace entender que hoy la fiesta será en grande y casi sin pausas se lanza con “MIdnight Mover”, “Breaker”, “Flah Rockin’ Man” y “Metal Heart”. En un arranque de lujo que pocos artistas pueden darse con tanto clásico tras clásico.
Todos abandonan el escenario y una luz azul envuelve los instrumentos, mientras la voz de Udo anuncia en off que llegó el momento de celebrar los 40 años de uno de los discos más icónicos de la escena germana y de la carrera de Accept. Andrey Smirnov es el encargado de abrir lo fuegos y con una guitarra con diseño de cebra desata los riffs de “Balls To The Wall”. El teatro canta a todo pulmón como siempre ha sido con este single y el bajo Baltes retumba por todo San Diego demostrando su trascendencia en el instrumento con dicha canción.
Un tono más abajo, pero con la misma energía de hace 40 años, Udo y Baltes junto a la banda comienzan a deslumbrar a todos con los clásicos del mítico LP y que son coreados de principio a fin por los asistentes. “London Leatherboys”, “Head Over Heels” y Losing More Than You’ve Ever Had” son solo algunas de las pistas que van pasando fugazmente. No hay pausas, así como el disco una vez le pones play no puedes parar, Udo y compañía hacen exactamente lo mismo.
Los himnos siguen llegando con “Love Child” y “Turn Me On”, dando luego la única pausa de este segmento, sólo para tomar vuelito y rematar fuerte con “Losers and Winners”, “Guardian of the Night” y anunciar la despedida con la emotiva “Winterdreams”.
Un show impecable y con la voz de un Udo que pasan los años, pero no cambia. Ahora, ¿ese fue el fin? Difícil. Piensa que es una celebración de 40 años, es como si hubieses estado todo ese tiempo esperando por este show y la energía del público está hasta el techo y sólo queremos escuchar algo más de la era clásica de Accept.
Nuevamente Udo y Baltes salen a ver sus seguidores que no dejan de corear todo lo que pueden, no importaba el partido de Chile a esa hora, acá se trata de recordar la era clásica del metal y que mejor manera de cerrar que al ritmo de “Princess Of The Dawn”, “Up To The Limit” y “Burning” en una jornada épica.
Lo mencionaba al principio, si bien el Heavy Metal a influenciado un sinfín de subgéneros dentro de este mismo, la versión alemana es muy peculiar, porque impulsó un sonido diferente, mucho más rápido y agresivo que en otras partes del mundo.
Anoche viendo a Udo y Baltes, tocando todo el Balls To The Wall, te das cuenta de aquello, de como ese legado no sólo es imborrable y trasciende sus fronteras, sin como esa actitud y forma de rockear logra perdurar de forma íntegra e intacta por 40 años.
Es difícil decir que Udo no canta igual que antes, quizás no es tan agudo, pero su voz sigue casi intacta, al igual que el estilo técnico de Baltes. Son tan distintivos, son tan únicos que este regreso a las raíces es una forma de volver a homenajear no sólo ese trabajo, sino que esa resiliencia que han tenido por años.
No ha cambiado nada, sólo son más números. Udo es el
mismo que en los 80’s, con la chaqueta de camuflaje, la sudadera negra y los
bototos militares. Con ese outfit ochentero, con la actitud intacta y con una
mochila cargada de clásicos ambos salieron a encender la fiesta en un teatro
que los esperó con la energía de un viernes. No obstante, el que se llevó todos
los aplausos es claramente el frontman, quien impecablemente supo no sólo
llevar dicha ceremonia, sino que mantener vigente un legado que cruza las
tierras germanas, reúne a sus ex compañeros y demuestra que metal en alemán se
dice UDO.
Por Felipe Pino Guerrero
Fotografías de Chargola Prod
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