Hablar de The Exploited es hablar de una de las bandas más emblemáticas, incendiarias y controversiales del punk británico. Surgidos desde las entrañas obreras de Edimburgo en 1978, su historia es también la historia de una era de tensión social, desempleo masivo, y una juventud que encontraba en el ruido y la furia un canal de expresión radical. Bajo el lema inamovible de Punks Not Dead, los escoceses convirtieron el caos en bandera y dejaron una marca imborrable en la cultura underground a nivel mundial.
The Exploited fue inicialmente formado por Stevie Ross y Terry Buchan, aunque este último pronto fue reemplazado por su hermano, Wattie Buchan, quien se convertiría en el alma inquebrantable del grupo hasta el día de hoy. Influenciados por el estallido punk de bandas como Sex Pistols o The Vibrators, los primeros pasos de The Exploited ya estaban cargados de confrontación y actitud desafiante. Su EP debut, Army Life, lanzado en 1980, fue un himno a la vida militar y marginal, alcanzando posiciones altas en los charts independientes británicos.
Ese mismo año lanzaron su sello Exploited Records y en 1981 llegó el debut que cambiaría las reglas del juego: Punks Not Dead. No sólo alcanzó el puesto #20 en las listas británicas —algo impensado para una banda de sonido crudo y producción independiente—, sino que también sirvió como declaración ideológica. El mensaje era claro: el punk no era moda ni nostalgia, era resistencia.
The Exploited fueron pieza clave del movimiento conocido como UK 82, una segunda ola de punk más rápida, más agresiva y más ligada a las clases trabajadoras y los barrios marginales. Junto a bandas como GBH, Discharge o Anti-Nowhere League, forjaron un sonido más directo, con riffs simples, baterías a velocidad terminal y un tono casi militarizado.
Su segundo disco, Troops of Tomorrow (1982), consolidó esta estética, tanto sonora como visual: crestas gigantes, chaquetas de cuero, estoperoles y un desprecio total por las normas. No era solo música; era una forma de vida.
Desde sus comienzos, The Exploited fueron sinónimo de polémica. Su aparición en Top of the Pops en 1981 desató una oleada de críticas dentro del mismo movimiento punk, acusándolos de "venderse". La banda Conflict incluso les dedicó un tema entero: Exploitation, dando inicio a una rivalidad interna que dividió al público punk.
Al mismo tiempo, las giras de la banda estaban marcadas por disturbios, peleas con la policía, cancelaciones y caos. Su base de fans, conocidos como la Barmy Army, eran leales pero explosivos, y más de una ciudad terminó en llamas tras un concierto cancelado o una provocación desde el escenario.
Aunque nacieron dentro del oi! y el street punk, con el tiempo The Exploited fueron endureciendo aún más su sonido. La llegada del álbum Death Before Dishonour (1987) marcó un giro hacia el crossover thrash, una fusión entre punk y thrash metal que influenciaría a bandas como Slayer, Anthrax, Napalm Death o Sepultura. Su agresividad cruda, sus letras antisistema y su energía sin freno los acercaron también a públicos del hardcore y el metal extremo.
Esta transición no fue solo estética: reflejaba la necesidad de la banda de evolucionar sin perder su esencia. Álbumes como The Massacre (1990), Beat the Bastards (1996) y Fuck the System (2003) mantuvieron intacta la furia, con temáticas cada vez más políticas y nihilistas.
El motor de todo ha sido Wattie Buchan, uno de los personajes más viscerales y carismáticos del punk mundial. Con su mohicano naranja, sus gritos de guerra y su odio visceral por todo lo establecido —desde los políticos hasta bandas como Green Day—, ha mantenido viva la esencia de The Exploited incluso cuando todo parecía desmoronarse.
Ha sobrevivido a cinco ataques cardíacos, una cirugía a corazón abierto y la censura en distintos países, pero sigue en pie. En 2020, durante la pandemia, dijo con orgullo: “Punks Not Dead. No vamos a cancelar shows por un puto virus. No somos Green Day. Somos de verdad.”
Ahora, uno de los aspectos más controvertidos en la trayectoria de The Exploited ha sido, sin duda, el conjunto de acusaciones y rumores que han circulado desde mediados de los años noventa respecto a su postura e identificación con ciertos temas; entre ellos una supuesta afinidad fascista por parte de la banda. Estas denuncias, impulsadas principalmente desde ciertos sectores antifascistas dentro de la misma escena punk, han señalado una serie de elementos como indicios de una posible orientación política de ultraderecha por parte del grupo y, especialmente, de su líder Wattie Buchan. Entre los argumentos más citados se encuentra el hecho de que Wattie sirvió en el ejército británico como francotirador, algo que, para algunos críticos, contradiría los principios pacifistas y antimilitaristas del punk. También se ha acusado a la banda de haber tenido vínculos con el National Front, incluso llegando a afirmar que habrían donado dinero a esta organización de extrema derecha, y se ha sugerido que la salida del guitarrista Big John se debió a su orientación sexual, en un supuesto acto de homofobia.
Otras afirmaciones incluyen acusaciones de racismo por parte de Wattie, quien habría declarado en una entrevista que odiaba a los pakistaníes, y se ha traído a colación un supuesto respaldo a la soberanía británica sobre las Islas Malvinas durante la guerra con Argentina, hecho que algunos interpretaron como una validación del imperialismo británico. La enemistad histórica con los Dead Kennedys también ha sido usada como indicio, en especial por un incidente en el que se acusa a Wattie de haber agredido al baterista afroamericano D.H. Peligro, lo cual fue interpretado por algunos como una acción de motivación racista. Además, se ha señalado que John “Deptford” Armitage, bajista de la banda entre 1985 y 1986, había pertenecido previamente a Combat 84, una banda con seguidores neonazis entre su público. También ha circulado una historia no comprobada sobre una paliza al grupo punk mexicano Solución Mortal durante una gira en los años ochenta, y se ha discutido la simbología del EP War Now, cuya portada incluye una bandera con el número 88, cifra que en ciertos contextos extremistas se interpreta como “Heil Hitler” (por la posición de la letra H en el alfabeto).
Este conjunto de acusaciones se ha nutrido, además, de anécdotas difusas sobre altercados durante giras por Brasil y Berlín, el uso inicial de esvásticas por parte del grupo (un recurso visual común en los primeros años del punk como gesto de provocación más que como adhesión ideológica), así como declaraciones incendiarias del propio Wattie. Sin embargo, frente a este cúmulo de sospechas, la banda ha emitido múltiples declaraciones negando cualquier vínculo con ideologías fascistas o racistas. Han reconocido, por ejemplo, la participación de Wattie en el ejército, pero han subrayado que ello no lo convierte automáticamente en un simpatizante del militarismo ni mucho menos del fascismo, y han destacado la existencia de varias canciones claramente antiguerra en su repertorio, como Let's Start a War.
Asimismo, han desmentido tajantemente haber tenido relación alguna con el National Front, y en cuanto a Big John, el propio guitarrista aclaró en una entrevista que su salida no tuvo nada que ver con su sexualidad, sino con diferencias creativas y personales con Wattie, a quien describió como una figura controladora dentro del grupo. Respecto a las supuestas declaraciones racistas, Wattie explicó en su momento que sus palabras habían sido sacadas de contexto, y que su odio no estaba dirigido a un grupo étnico en particular, sino que era más bien un odio generalizado al sistema y a todo tipo de personas, incluidos blancos. En cuanto a la enemistad con Dead Kennedys, nunca se ha confirmado que existiera una pelea real, y el propio Jello Biafra ha aclarado que su canción “Nazi Punks Fuck Off” no iba dirigida específicamente a The Exploited.
Sobre el paso de John Armitage por Combat 84, se ha recordado también que este músico tocó en UK Subs, una banda conocida por su postura antirracista y su participación en actividades contra la guerra y la discriminación. El supuesto ataque a Solución Mortal ha sido, en gran medida, desmentido como una leyenda urbana, y en realidad fue la propia banda escocesa la que sufrió un ataque en Ciudad de México por parte de punks antifascistas. En cuanto al número “88” en la portada de War Now, los miembros del grupo han explicado que se refiere al año 1988, fecha de publicación del EP, y que desconocían las connotaciones neonazis de dicho número.
El episodio más violento de esta controversia tuvo lugar en noviembre de 2008 en Fuenlabrada, España, cuando un grupo de activistas antifascistas atacó a la banda antes de un concierto que terminó siendo cancelado. Wattie sufrió cortes en la cabeza y el guitarrista Wullie recibió algunos golpes. El ataque fue motivado por las sospechas de vínculos con grupos fascistas y por unas fotografías circulantes en las que se veía a Wattie con antiguos miembros de Skrewdriver, así como por el rumor de que tenía tatuada una esvástica en el brazo, lo cual nunca ha sido demostrado. A pesar de la agresión, The Exploited logró terminar su gira y se apresuró en emitir un comunicado negando rotundamente cualquier asociación con el fascismo.
En definitiva, estas acusaciones —que resurgen cada cierto tiempo sin llegar a consolidarse con pruebas sólidas— han acompañado a The Exploited como una sombra incómoda, pero no han logrado opacar su influencia ni su estatus dentro del punk radical. Más allá de las polémicas, la banda ha mantenido una base de fans sólida y diversa en Latinoamérica, Asia, Medio Oriente y Europa del Este, regiones donde el mensaje antiautoritario de sus canciones sigue resonando con fuerza. The Exploited, con todos sus excesos y contradicciones, sigue siendo una banda que incomoda, irrita y provoca, fiel a la naturaleza misma del punk.
La influencia de The Exploited es tan vasta como contradictoria. Han sido versionados por Slayer, han influido en Nirvana y Queens of the Stone Age, y han inspirado a generaciones enteras de punks, metaleros y anarquistas. Desde NOFX hasta Rancid, desde Terrorizer hasta Atari Teenage Riot, su huella se extiende por todos los rincones del underground.
Sus letras han abordado temas como el desempleo, el autoritarismo, la brutalidad policial, la guerra, la represión política, y la alienación juvenil. En discos como Let’s Start a War... (1983), atacan de frente a Margaret Thatcher y la guerra de las Malvinas. En Horror Epics (1985), retratan un mundo distópico, lleno de desesperanza y decadencia moral. Pero más allá de la ideología o el sonido, The Exploited representan una postura vital: la negativa a aceptar la normalidad, la furia como forma de vida, y la música como arma.
Aunque no han lanzado material nuevo desde 2003, The Exploited ha girado ininterrumpidamente por el mundo, convocando multitudes y dejando en claro que el punk sigue vivo, al menos para quienes nunca lo vieron como moda, sino como una actitud existencial. Y es que The Exploited no es solo una banda: son una cicatriz que nunca terminó de cerrar. Una patada en los dientes al sistema. Un grito que resuena desde las calles de Edimburgo hasta los rincones más oscuros del planeta. Porque mientras Wattie siga gritando, el punk no ha muerto.
Recuerda que The Exploited se presentará el próximo 28 de abril en el Teatro Caupolicán, con motivo de su gira de despedida de los escenarios. Las entradas se encuentran a la venta a través de sistema Puntoticket.
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