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Hammerfall en Chile: martillo en alto, hermandad intacta

Javier Pardo15 de noviembre de 2025


Por alrededor de una hora y media, la banda sueca de heavy metal regresó por décima vez a nuestro país, reafirmando un lazo que lleva más de dos décadas fortaleciéndose.

Suecia es, sin duda, una tierra a la que el metal le debe muchísimo: cuna del death metal melódico y hogar de bandas influyentes como In Flames, At the Gates o Dark Tranquillity.

Pero cuando se trata del heavy metal clásico, ese espíritu ochentero equilibrado con la potencia del power metal noventero, Hammerfall es la brújula obligada. Si ayer hablábamos del delirio intergaláctico de Gloryhammer, los suecos nos transportan a relatos medievales más tradicionales, inspirados en caballeros templarios, gestas heroicas y mitología nórdica.

Esa narrativa es la que permite que Hammerfall nos sumerja en una odisea compartida, una batalla épica donde, simbólicamente, todos empuñamos el martillo y lo dejamos caer al unísono.

Aquí en Resistance, te contamos nuestras apreciaciones del paso de Hammerfall por Chile en el Teatro Coliseo.

Glorioso de principio a fin



Apenas llegamos al Teatro Coliseo, nos recibió una enorme pantalla de colores nítidos, mostrando al imponente Héctor —el paladín de la banda— en una de sus batallas eternas, tal como aparece en la portada del nuevo disco Avenge the Fallen, motivo central de esta gira.

Sin mayor introducción, a las 21:00 horas aparecieron Oscar Dronjak (guitarra), Joacim Cans (voz) y compañía, arrancando la noche con el tema homónimo del álbum. El recinto, prácticamente lleno, tronó al ritmo del poderoso AVENGE!

De inmediato destacó la calidad del sonido: perfectamente equilibrado, nítido, sin saturar la voz de Cans y con ambas guitarras sonando impecables. La solidez quedó clara con Heeding the Call, que desató la primera gran mosh: una marejada de energía demoledora y eufórica. Un himno eterno del Legacy of Kings que todos corearon a pulmón.


El setlist equilibró lo mejor de sus últimos dos discos —como Freedom y Hammer of Dawn— con clásicos infaltables, todos ejecutados con precisión. El único detalle fue que Cans ya no alcanza algunas notas agudas como antes, pero eso no opacó interpretaciones como Any Means Necessary, marcada por saltos interminables en su coro pegadizo y la dualidad heroica de las guitarras de Dronjak —con su tradicional instrumento en forma de martillo— y Pontus Norgren.

Las mosh y la energía del público chileno no dieron tregua. Apenas sonó el inconfundible ruido de motocicleta, todos sabíamos lo que venía: Renegade. Un clásico ideal para liberar tensiones y recordarnos que, sin importar el tipo de renegado que seas, siempre hay espacio para la catarsis que da el heavy metal.

Y sin detener el impulso, el Coliseo se transformó en una fortaleza medieval con Hammer High, cantada al unísono entre amigos, desconocidos y fanáticos de todas las edades, unidos por el mismo ritual metalero.



Hammerfall también ofreció un medley instrumental cargado de riffs y solos centrados en el Chapter V, que permitió al público cantar Blood Bound a capella y disfrutar de la impecable labor técnica de los suecos. Sin duda, uno de los puntos altos de la noche.

Ya de vuelta en el escenario, Joacim Cans se dio el tiempo de interactuar con el público. Preguntó quiénes los veían por primera vez y pidió a los veteranos guiar a los nuevos, enseñándoles el clásico grito de “HAMMER” y “FALL”. Incluso bromeó con un fan que lo dijo al revés, antes de presentar el imprescindible Let the Hammer Fall.

Luego llegó uno de los momentos más emotivos con Glory to the Brave, dedicada a quienes marcaron nuestra vida y hoy descansan en el Valhalla. El público iluminó el recinto con las linternas de sus celulares, generando una atmósfera íntima y conmovedora. Cans incluso tuvo un pequeño traspié con la letra, que resolvió con humor antes de retomar la interpretación.


Hubo también un detalle curioso: durante The End Justifies, en medio de una feroz mosh pit, un fallo técnico apagó las luces por unos instantes. Pero la energía del público y la entrega de la banda mantuvieron vivo el momento. El metal, literalmente, volvió a iluminar el show.

Ya en la recta final, el falso cierre llegó con (We Make) Sweden Rock, transformando el Coliseo en una fiesta total. Tras el encore, sonó Hail to the King —uno de los puntos fuertes del nuevo disco— y finalmente Hearts of Fire, el clásico de clásicos. Una descarga final de adrenalina para cerrar una noche épica.

Así, durante hora y media —y dejando a varios con ganas de más— Hammerfall volvió a demostrar la hermandad que han construido con el público chileno desde su debut en 1999. Los suecos mantienen intacta la fórmula: heavy metal entretenido, eufórico y poderoso, con un sonido de altísimo nivel y una energía arrolladora en escena.

La esencia de Héctor sigue viva, y su martillo continúa en alto, sin descanso y con las eternas ganas de seguir rockeando.

Setlist – Hammerfall

Avenge the Fallen
Heeding the Call
Any Means Necessary
Hammer of Dawn
Freedom
Renegade
Hammer High
Last Man Standing
Fury of the Wild
Chapter V: The Medley
Let the Hammer Fall
Glory to the Brave
The End Justifies
(We Make) Sweden Rock
Hail to the King
Hearts of Fire


Escrito por: Javier Pardo Sepúlveda
Fotografías por: Alejandro Soto
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